Friday, July 24, 2015

Julio "¿Cómo puedo prepararme para recibir las ordenanzas del templo?"...Ven Sigueme (Escuela Dominical)

Incluso antes de recibir las ordenanzas del templo, podemos prepararnos para vivir dignos de entrar en él, guardar los convenios que hayamos efectuado y los que efectuaremos en el templo como parte de nuestra vida. También podemos estudiar las Escrituras y las palabras de los profetas para aprender más acerca de las ordenanzas del templo.

               
Preguntas frecuentes 
¿Qué hacen las personas en el templo?

En el templo se nos enseña, hacemos convenios y se nos prometen bendiciones. Recibimos ordenanzas que nos permiten vivir en la presencia de Dios.
Una ordenanza que recibimos en el templo es la investidura. La palabra investidura significa “don” u “otorgamiento”. Como parte de esta ordenanza, se nos enseña el propósito de la vida, la misión y la expiación de Jesucristo y el plan de nuestro Padre Celestial para Sus hijos. Alcanzamos a vislumbrar lo que será vivir en Su presencia al sentir el ambiente apacible del templo.
Otra ordenanza del templo es la ordenanza del sellamiento, en la que los esposos y las esposas se sellan el uno al otro, y los hijos son sellados a sus padres en familias eternas. Esto significa que si somos fieles a nuestros convenios, nuestras relaciones familiares seguirán existiendo durante la eternidad.
Además de recibir estas ordenanzas para nosotros mismos, podemos recibirlas por nuestros antepasados fallecidos. De ese modo, las personas que murieron sin recibir las ordenanzas esenciales, tales como el bautismo y la confirmación, la investidura y el sellamiento, tienen la oportunidad de aceptar dichas ordenanzas.

¿Cómo es el templo por dentro?


El templo es un lugar apacible y sagrado, apartado de las preocupaciones y la agitación del mundo.
Todos los sectores del templo se mantienen de manera hermosa y minuciosa a fin de preservar un espíritu de reverencia. Ya que es la Casa del Señor, y debido a la obra sagrada que allí se lleva a cabo, en el templo podemos sentir abundantemente el Espíritu y sentirnos cerca del Señor. Allí podemos recibir revelación personal y fortaleza espiritual para ayudarnos a superar nuestras pruebas.
Ésa es parte de la razón por la que se nos anima a asistir al templo con regularidad.

¿Cómo debo vestirme para ir al templo?

Cuando asistas al templo viste ropa modesta; evita los extremos tanto en el vestir como en el arreglo personal, así como lo harías para una reunión sacramental. Si estás limpio y presentable, demuestras reverencia y respeto por el Señor y Su casa, e invitas al Espíritu.

En el templo hay cuartos privados para vestirte donde puedes cambiarte la ropa de domingo y ponerte ropa blanca. Este cambio de ropa te sirve de recordatorio de que provisionalmente estás dejando atrás el mundo y entrando en un lugar santo. La ropa blanca simboliza pureza, y el hecho de que todos se vistan igual en el templo crea un sentido de unidad e igualdad.

¿Cuándo debo recibir mi investidura?

Lo más probable es que recibas tu investidura poco antes de servir en una misión de tiempo completo o antes de que te cases en el templo. Por lo general no se recomienda que reciban su propia investidura los miembros solteros que aún no cumplan los veinte años o que hace poco los hayan cumplido, que no hayan recibido un llamamiento para servir en una misión y que no estén comprometidos para casarse en el templo.

Los miembros nuevos esperan por lo menos un año después de su bautismo y confirmación antes de recbir la investidura.

El recibir tu propia investidura es un asunto importante. Habla de ello con tu obispo. Ora y medita al respecto para saber cuando estés listo.

¿Qué les puedo decir a otras personas en cuanto a mi experiencia en el templo?

Puedes hablar acerca de la apariencia interior del templo, y puedes hablar libremente sobre lo que sientes en el templo. Sin embargo, los convenios y las ordenanzas del templo, incluso las palabras que se utilizan, son demasiado sagrados para hablar de ellos en detalle fuera del templo. Al evitar hablar sobre estas cosas sagradas fuera del templo, las protegemos de la burla, el ridículo y la falta de respeto. No hables de manera despreocupada de tus experiencias en el templo.

¿Por qué razón se utiliza el simbolismo en el templo?

Durante Su ministerio terrenal, el Salvador enseñó con frecuencia en parábolas para representar verdades eternas de manera simbólica. Él ha mandado que en el templo se nos enseñe de manera similar. Hay simbolismo en las ordenanzas y los convenios del templo, en la forma en que se presentan, en el entorno físico, y en la ropa que se usa.
Si meditas en el significado de estos símbolos con la guía del Espíritu Santo, te pueden servir para reconocer la verdad, aprender acerca de nuestro Padre Celestial y de Jesucristo, y para progresar espiritualmente.

Tengo familiares que no pueden entrar en el templo. ¿Qué puedo hacer para que se sientan incluidos en mi casamiento en el templo?
Éste puede ser un asunto delicado. Ya que el templo es la Casa del Señor, dedicada a Él, las personas que entren deben poseer una recomendación vigente para el templo, lo que certifica que están viviendo de acuerdo con las normas que Él ha establecido.
No obstante, a aquellos que no tengan una recomendación vigente para el templo se les da la bienvenida a los terrenos del templo, y en la mayoría de los templos hay una sala donde pueden esperar mientras los miembros de la familia se estén sellando.
La pareja que tenga familiares que no puedan entrar al templo puede invitar al obispo o a otro miembro de la Iglesia para que permanezca con ellos en la sala de espera.
Asimismo, la pareja puede hacer arreglos con el obispo para efectuar después una reunión especial para los familiares y amigos que no tengan una recomendación.
Esta reunión brinda la oportunidad de que se sientan incluidos y de que sepan en cuanto al matrimonio eterno. Aunque no se efectúe una ceremonia ni se intercambien votos, en dicha reunión se pueden intercambiar anillos.

¿Qué debo hacer para prepararme para recibir las ordenanzas del templo?

Para prepararte, puedes asistir al templo con regularidad a fin de participar en bautismos por lo muertos, participar en un seminario de preparación para el templo organizado por tu obispo, y estudiar las Escrituras y los artículos de este librito.

Para prepararte, vive también las normas del Señor sobre la dignidad para entrar en el templo; fortalece tu testimonio de Dios el Padre y de Jesucristo y Su evangelio restaurado; obedece la Palabra de Sabiduría y la ley de castidad; apoya a los líderes de la Iglesia, paga un diezmo íntegro y asiste a las reuniones de la Iglesia.
Sé honrado en tus tratos con los demás y asegúrate de que tu vida familiar esté en armonía con las enseñanzas de la Iglesia. Cumple con tus convenios bautismales a fin de que estés preparado para recibir los convenios más altos del templo.


Por Linda K. Burton

Presidenta General de la Sociedad de Socorro


Cuando nuestra hija menor regresó a casa después de su primer día de escuela, le pregunté: “¿Cómo te fue?”.

Ella respondió: “Bien”.

Sin embargo, a la mañana siguiente, cuando la desperté para ir a la escuela, se cruzó de brazos y dijo con firmeza: “¡Ya fui a la escuela!”. Aparentemente yo no la había preparado o no le había explicado que ir a la escuela no era algo que se hace sólo una vez, sino que tenía que ir a la escuela cinco días a la semana por muchos, muchos años.

Al considerar el principio de estar preparados, imaginemos la siguiente escena: Están sentados en el salón celestial del templo y observan a las novias y a los novios que entran y salen reverentemente mientras esperan para casarse por el tiempo y por toda la eternidad. Una novia entra en el salón celestial, tomada de la mano de su novio. Lleva puesto un vestido sencillo pero hermoso y una sonrisa serena, cálida y simpática en el rostro. Está bien arreglada, pero sin llamar la atención; toma asiento, mira a su alrededor, y de pronto la embarga la emoción. Parece que sus lágrimas son el resultado del asombro y de la reverencia que tiene por el lugar en el que se encuentra así como por la sagrada ordenanza que le espera a ella y al amor de su vida. Su comportamiento parece decir: “¡Cuán agradecida estoy por estar en la Casa del Señor hoy, lista para empezar una jornada eterna con un amado compañero eterno!”. Parece estar preparada para mucho más que sólo un acontecimiento.

Hace poco, nuestra preciosa nieta adolescente me dejó una nota sobre la almohada que en una parte decía: “Una cosa que me impresiona cuando entro al templo es el espíritu de paz y amor que reina allí… La gente puede ir al templo a recibir inspiración”1. Ella tiene razón. Podemos recibir inspiración y revelación en el templo, así como el poder para sobrellevar las adversidades de la vida. Lo que ella aprenda sobre el templo conforme participe de forma constante al llevar los nombres de sus propios familiares para realizar bautismos y confirmaciones la preparará para recibir otras ordenanzas, convenios y bendiciones tanto para ella como para aquellos que se encuentran al otro lado del velo.

El élder Russell M. Nelson enseñó: “Así como los templos están preparados para las personas, las personas necesitan prepararse para el templo”2.

Al volver a leer sobre el capitán Moroni en el Libro de Mormón, me recuerda que uno de los logros más grandes de Moroni fue el haber preparado meticulosamente a los nefitas para que resistieran la batalla contra el ejército lamanita. Preparó tan bien al pueblo, que leemos: “Pero he aquí, para… mayor asombro [de los lamanitas], [los nefitas] estaban preparados para recibirlos de una manera como nunca se había conocido”3.

Esa frase: “preparados… de una manera como nunca se había conocido”, me llamó mucho la atención.

¿Cómo podemos prepararnos mejor para las sagradas bendiciones del templo? El Señor enseñó: “Y además os daré una norma en todas las cosas”4. Consideremos un modelo de las Escrituras para ayudar a prepararnos bien. La preparación de Moroni para afrontar al enemigo exigió diligencia constante y fiel; y este modelo requerirá lo mismo.

Parece que nunca me canso de la hermosa parábola que el Salvador enseñó sobre las cinco vírgenes prudentes y las cinco insensatas. Aunque esta parábola se refiere a estar preparados para la Segunda Venida de nuestro Salvador, también la podemos asociar a estar preparados para las bendiciones del templo, que pueden ser un banquete espiritual para quienes estén bien preparados.

En Mateo 25 leemos:

“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio.

“Y cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas…

“las [que eran] prudentes tomaron aceite en sus vasijas…

“Y tardándose el novio, cabecearon todas y se durmieron.

“Y a la medianoche se oyó un clamor: He aquí el novio viene; salid a recibirle.

“Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas.

“Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.

“Pero las prudentes respondieron, diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden y comprad para vosotras mismas.

“Y mientras ellas iban a comprar, vino el novio; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.

“Y después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, Señor, ábrenos!

“Mas respondiendo él, dijo: De cierto os digo que no os conozco”5.

No creo que haya ninguna persona, en especial entre aquellas de buen corazón, que no se sienta triste por las mujeres insensatas; y quizás algunas sólo queramos decirles a las otras madres: “¿No pueden compartir un poco para que todas sean felices?”. Pero piénsenlo; éste es un relato que contó el Salvador, y Él es quien llama a cinco de ellas “prudentes” y a las otras cinco “insensatas”.

Al considerar la parábola como un modelo de preparación para el templo, consideren las palabras de un profeta de los últimos días que enseñó que “el aceite de la preparación espiritual no se puede compartir”6. El presidente Spencer W. Kimball ayudó a aclarar por qué las cinco mujeres “prudente” no podían compartir el aceite de sus lámparas con aquellas que eran “insensatas” cuando dijo: “La asistencia a las reuniones sacramentales les agrega aceite a nuestras lámparas gota por gota a través de los años. El ayuno, la oración familiar, la orientación familiar, el control de los apetitos de la carne, la predicación del Evangelio, el estudio de las Escrituras —cada acto de dedicación y obediencia constituye una gota que se agrega a nuestra reserva. Los actos de bondad, el pago de ofrendas y de diezmos, las acciones y pensamientos castos… todos éstos contribuyen sustancialmente a incrementar el aceite con el que podemos reabastecer a medianoche nuestras lámparas vacías”7.

¿Pueden ver el modelo de preparación —gota a gota— que puede ayudarnos a medida que pensamos cómo podemos ser más diligentes en nuestra preparación a fin de recibir ordenanzas sagradas para nosotros mismos y para otras personas? ¿Qué otras cosas pequeñas y sencillas podemos hacer para agregar valiosas y espirituales gotas de aceite a nuestras lámparas de preparación?

El élder Richard G. Scott nos enseñó que “la dignidad personal es un requisito esencial para gozar de las bendiciones del templo… El carácter digno se forja mejor con una vida de decisiones correctas y consistentes centradas en las enseñanzas del Maestro”8. Me encanta la palabra consistente; ser consistente es ser firme, constante y fiable. ¡Qué gran descripción del principio de dignidad!

En el Diccionario Bíblico en inglés, se nos recuerda que “sólo el hogar se puede comparar en santidad con el templo”9. ¿Se ajusta nuestro hogar a esa descripción? Una encantadora jovencita de nuestro barrio fue a nuestra casa hace poco. Sabiendo que su hermano recién había regresado de su misión, le pregunté cómo se sentía al tenerlo de vuelta en casa. Ella dijo que era fantástico, pero que a veces le pedía que bajase el volumen de la música; y agregó: “Y ni siquiera era música mala!”. Quizás valga la pena examinarnos a nosotras mismas de vez en cuando para asegurarnos de que nuestro hogar sea un lugar donde estemos preparadas para sentir el Espíritu. Al preparar nuestros hogares para que sean lugares que inviten al Espíritu, estaremos preparadas para sentirnos “en casa” cuando entremos en la Casa del Señor.

A medida que nos preparemos para entrar dignamente en el templo y seamos fieles a los convenios del templo, el Señor derramará sobre nosotros “una multiplicidad de bendiciones”10. Hace poco, mi buena amiga Bonnie Oscarson cambió el orden de un pasaje de las Escrituras cuando dijo: “A quien mucho se requiere, mucho más le será dado”11. ¡Estoy totalmente de acuerdo! Debido a que vamos al templo a recibir bendiciones eternas, no deberá sorprendernos que se requiera una norma más elevada para merecer esas bendiciones. Nuevamente el élder Nelson enseñó: “Por motivo de que el templo es la Casa del Señor, las normas para ser admitidos en ella las ha establecido Él. Uno entra allí como invitado del Señor. Tener la recomendación para el templo es un privilegio inestimable y una señal tangible de obediencia a Dios y a Sus profetas”12.

Se espera que los atletas de categoría mundial y los estudiantes de posgrado pasen horas, días, semanas, meses e incluso años preparándose. Se necesitan gotas diarias de preparación para que salgan vencedores. Del mismo modo, se espera que aquellos que deseen hacerse acreedores de la exaltación en el reino celestial vivan una norma más elevada de obediencia que resulta de practicar la virtud de la obediencia día tras día y gota a gota.

A medida que agregamos aceite de manera consistente y diligente, gota a gota, a nuestras lámparas espirituales, haciendo estas cosas pequeñas y sencillas, podemos tener nuestras lámparas “arregladas y encendidas”13 con una preparación asombrosa. Mi querido esposo, que es presidente de estaca, recientemente me dijo que él casi siempre puede saber cuando una persona está preparada y es digna de entrar al templo porque “iluminan el cuarto” cuando vienen a pedir la recomendación para el templo.

En la oración dedicatoria del Templo de Kirtland, el profeta José Smith pidió al Señor “que todas las personas que pasen por el umbral de la casa del Señor sientan tu poder… y que crezcan en ti y reciban la plenitud del Espíritu Santo… y se preparen para recibir cuanto fuere necesario”.


Es mi ruego que, para nosotros, el ir al templo sea mucho más que un acontecimiento que ocurre sólo una vez. Ruego que nos preparemos para recibir de manera digna las ordenanzas salvadoras gota a gota y que guardemos los convenios relacionados con ellas con todo el corazón. Al hacerlo, sé que tendremos derecho a recibir las bendiciones prometidas de la plenitud del Espíritu Santo y el poder del Señor en nuestro hogar y en nuestra vida. En el nombre de Jesucristo. Amén.


“Heredad el reino preparado para vosotros”...Lección # 22 del Nuevo Testamento

Actividad para despertar el interés

Si lo desea, utilice la siguiente actividad (o una de su preferencia) para comenzar la lección. Escoja la actividad que sea más apropiada para su clase.
Muestre un pequeño frasco de vidrio, un envase con aceite o agua de color y la lámina de la Segunda Venida.

 Esta lección se concentrará en tres parábolas que enseñó el Señor como respuesta a las preguntas de los apóstoles en cuanto a Su segunda venida. 
El frasco y el aceite o agua de color son para representar nuestra preparación para la Segunda Venida.

1. Jesús presenta la parábola de las diez vírgenes.                                      

Lean y analicen Mateo 25:1–13. 


la parábola de las diez vírgenes se basa en las costumbres matrimoniales judías. En la época de Jesús, el novio y sus amigos escoltaban a la novia desde su hogar hasta la casa del esposo (novio). Por el camino, las amigas de la novia esperaban para unirse a la procesión. Al llegar a la casa del esposo (novio), todos entraban para participar en la boda, la cual usualmente se llevaba a cabo al atardecer; por esa razón, los que esperaban a la novia y al esposo (novio) llevaban pequeñas lámparas llenas de aceite.

En la parábola de las diez vírgenes:

 ¿a quién representa el esposo (novio)? Al Salvador.
¿A quiénes representan las diez vírgenes?  A los miembros de la Iglesia.
¿Qué representa la boda?  La segunda venida del Salvador.
¿Qué representa el aceite de las lámparas?  La preparación para la Segunda Venida.

• ¿Qué cosa insensata hicieron cinco de las vírgenes? ( Mateo 25:3.)
¿Cuáles fueron las consecuencias de su falta de preparación? (Mateo 25:8–12.) 
¿De qué manera a veces cometemos el mismo error que las vírgenes insensatas?
• ¿Qué cosa prudente hicieron cinco de las vírgenes? (Mateo 25:4.) 
¿Cuáles fueron las consecuencias de su preparación? (Mateo 25:10.) 
¿Qué podemos aprender de los hechos de las cinco vírgenes prudentes? (D. y C. 45:56–57. Debemos prepararnos para la segunda venida de Jesucristo.)
• Teniendo en mente que el aceite de la parábola representa la preparación para la Segunda Venida, ¿cuáles son algunas formas en que podemos agregar “aceite” a nuestras “lámparas”?  Podrian ser algunas respuestas; vivir una vida recta, tales como ejercer la fe, recibir ordenanzas, guardar los convenios o dar servicio.
Si usa el frasco y el aceite o agua de color; el frasco representa las lámparas de la parábola. Cada vez que un miembro de la clase sugiera algo que podemos hacer para prepararnos, coloque en el frasco una gota de aceite o de agua. Si lo desea, puede compartir la siguiente perspectiva del presidente Spencer W. Kimball:
“En la parábola, el aceite se puede comprar en el mercado. En nuestras vidas, el aceite de la preparación se acumula gota a gota por medio de una vida de rectitud. La asistencia a las reuniones sacramentales les agrega aceite a nuestras lámparas gota por gota a través de los años. El ayuno, la oración familiar, la orientación familiar, el control de los apetitos de la carne, la predicación del Evangelio, el estudio de las Escrituras —cada acto de dedicación y obediencia constituye una gota que se agrega a nuestra reserva. Los actos de bondad, el pago de ofrendas y de diezmos, las acciones y pensamientos castos y el matrimonio bajo el convenio eterno —todos éstos contribuyen substancialmente a incrementar el aceite con el que podemos reabastecer a medianoche nuestras lámparas vacías” (véase La fe precede al milagro, 1972, págs. 256–257).
Pida a los miembros de la clase que consideren las siguientes preguntas en silencio:
• ¿Qué hicieron ustedes la semana pasada para agregar aceite a su lámpara? ¿Qué harán esta próxima semana para agregar aceite a su lámpara?

2. Jesús presenta la parábola de los talentos.

Mateo 25:14–30. 
En la época del Nuevo Testamento, un talento era una cantidad de dinero.
• En la parábola de los talentos:
¿a quién representa el hombre que viaja lejos?  Al Señor. 
¿A quiénes representan los siervos?  A cada uno de nosotros.
¿Qué representan los talentos?  Dones de Dios.
• ¿Qué hicieron con el dinero los siervos que recibieron cinco talentos y dos talentos? (Mateo 25:16–17.) 
¿Qué recompensa recibieron? (Mateo 25:21, 23.) 
¿Qué nos enseña esta parábola en cuanto a la recompensa eterna que nos dará nuestro Padre Celestial? (Entre las respuestas se podría mencionar que las personas que aparentemente tengan menos dones de Dios recibirán toda bendición si usan al máximo esos dones.)
El élder James E. Faust dijo, hablando de los que aparentemente han recibido menos talentos:
“Si usan [sus talentos] para edificar el Reino de Dios y para servir a sus semejantes, disfrutarán plenamente de las promesas del Salvador; y la gran promesa del Salvador es que ellos recibirán ‘su galardón, sí, la paz en este mundo y la vida eterna en el mundo venidero’ (D. y C. 59:23)” (Liahona, julio de 1994, pág. 5).
• ¿Qué hizo con el dinero el siervo al que se le dio un talento? (Mateo 25:24–25.)
 ¿Qué le dijo su señor? (Mateo 25:26–30.) 
¿Por qué a veces no desarrollamos los talentos y los dones que Dios nos ha dado? 
¿Cómo podemos vencer obstáculos para desarrollar estos dones?
• El élder Marvin J. Ashton enseñó que “tenemos el privilegio y la responsabilidad de aceptar nuestros dones y beneficiar a otras personas con ellos” (Liahona, enero de 1988, pág. 19). 
¿Cómo podemos reconocer y aceptar los talentos o los dones que el Señor nos ha confiado? 
¿Por qué piensan que es importante compartir nuestros talentos o dones? 
¿Qué bendiciones han recibido por haber desarrollado y compartido sus talentos o dones? 
¿Cómo han sido bendecidos como resultado de que otras personas compartan sus talentos o dones?
• Todos han recibido por lo menos un don de Dios (D. y C. 46:11–12), pero algunos dones son más fáciles de reconocer que otros. 
¿Cuáles son algunos que quizás sean difíciles de reconocer pero que pueden utilizarse para servir a los demás y para glorificar a Dios?
El élder Marvin J. Ashton dijo:
“Quisiera mencionar algunos de ellos al azar, a modo de ejemplo, los cuales no siempre son evidentes, pero sí son muy importantes. Tal vez en ellos encontrarán algunos de los dones que ustedes tengan, que aunque no muy evidentes sí son valiosos.
“[Repasemos algunos de estos dones menos evidentes:] El don de preguntar, el don de escuchar, el don de oír y de emplear una voz suave y apacible, el don de poder llorar, el don de evitar la contención, el don de congeniar, el don de evitar repeticiones vanas, el don de obrar en rectitud, el don de no condenar, el don de buscar la guía de Dios, el don de ser un discípulo, el don de interesarse en los demás, el don de meditar, el don de orar, el don de testificar y el don de recibir el Espíritu Santo” (véase Liahona, enero de 1988, pág. 19).
Entregue a cada miembro de la clase un lápiz o bolígrafo y una hoja de papel. Pídales que escriban uno o dos de sus talentos o dones junto con una cosa específica que harán en las próximas semanas para usarlas a fin de servir a los demás.
Si usa el frasco y el aceite o agua de color, agregue unas cuantas gotas más al frasco. Explique que cuando desarrollamos los talentos o dones que Dios nos ha dado, agregamos aceite a nuestras lámparas.

3. Jesús presenta la parábola de las ovejas y los cabritos.

Mateo 25:31–46.
• Jesús enseñó que en Su segunda venida nos separará como un pastor separa a las ovejas de los cabritos (Mateo 25:31–32.)
 En la parábola de las ovejas y los cabritos: 
¿a quiénes representan las ovejas? (Véase Mateo 25:33–34.) ¿A quiénes representan los cabritos? (Véase Mateo 25:33, 41.)
• ¿Qué nos enseña esta parábola que debemos hacer para prepararnos para la Segunda Venida y para el día del juicio? (Véase Mateo 25:35–46.)
El élder Marion D. Hanks dijo:
“…Jesús enseñó a sus seguidores la parábola de las ovejas y los cabritos, representando el juicio por venir, en el que Él identifica claramente a aquellos que heredarán la ‘vida eterna’ y a aquellos que irán ‘al castigo eterno’ (Mateo 25:46). La diferencia clave fue que aquellos que heredarán el reino con Él habrían desarrollado el hábito de ayudar, habrían experimentado el gozo de dar y la satisfacción de servir: habrían respondido a las necesidades del hambriento, del sediento, del desamparado, del desnudo, del enfermo y de los encarcelados…
“No hay [nada] más claro que el gran hincapié que el Salvador hizo en el servicio desinteresado a los demás como un elemento indispensable de la conducta cristiana y de la salvación. El ayudar, el dar, el sacrificarse son, o deberían ser, tan naturales como el crecer y el respirar” (Liahona, julio de 1992, págs. 9–10).
Si utilizó el frasco y el aceite o el agua de color, agregue al frasco unas cuantas gotas más. Explique que cuando servimos a los demás, agregamos aceite a nuestras lámparas. También podemos ayudar a otras personas a agregar aceite a sus propias lámparas. Comparta ejemplos de servicio que haya observado, e invite a los miembros de la clase a relatar ejemplos que ellos hayan visto.
• ¿Cómo podemos bendecir a otras personas con el servicio que demos? ¿Cómo les ha bendecido el servir a otra persona? ¿Qué sienten por las personas a las que sirven? ¿Qué sienten por las personas que les sirven a ustedes? ¿Cómo podemos ser más sensibles a las necesidades de los demás? ¿Cómo podemos ser más diligentes en servirles?
• ¿Qué piensan que quiso decir el Salvador cuando declaró: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”? (Mateo 25:40; véase también Mosíah 2:17.)

Conclusión

Testifique que debemos prepararnos para la Segunda Venida de Jesucristo. Debemos desarrollar los dones que Dios nos ha dado, seguir el ejemplo del Salvador y dedicar nuestra vida al servicio de los demás. Recalque el hecho de que todos podemos hacerlo, sean cuales fueren nuestras circunstancias.

Sugerencias adicionales para la enseñanza

El siguiente material complementa las sugerencias para el desarrollo de la lección. Si lo desea, utilice uno o más de estos conceptos como parte de la lección.

1. ”Un pobre forastero”.

Cante con los miembros de la clase o lea la letra del himno “Un pobre forastero” (Himnos, Nº 16). Después lean Mateo 25:40. Pida a los miembros de la clase que expresen sus sentimientos en cuanto al mensaje del himno y del pasaje de las Escrituras.

2. Presentación en video.

Si lo desea, puede usar el quinto segmento de “Costumbres del Nuevo Testamento”, una selección del videocasete Nuevo Testamento: Presentaciones en video(53914 002), con el fin de explicar algunas de las costumbres de la fiesta de bodas de la época del Nuevo Testamento.

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Thursday, July 16, 2015

Capítulo 23:" La Santa Cena"... Principios del Evangelio

                         

Cristo instituyó la Santa Cena

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    ¿Qué enseñan los emblemas de la Santa Cena en cuanto a la expiación de Jesucristo? 
    La Santa Cena es una ordenanza del santo sacerdocio que nos recuerda la expiación del Salvador. Durante la Santa Cena, participamos del pan y del agua y lo hacemos en memoria de Su carne y de Su sangre, las que Él ofreció como sacrificio por nosotros.
Nuestro Salvador desea que recordemos Su gran sacrificio expiatorio y que guardemos Sus mandamientos; para ayudarnos a lograrlo, nos ha mandado que nos reunamos con frecuencia y participemos de la Santa Cena.
 Al participar de la Santa Cena, renovamos convenios sagrados que hemos hecho con nuestro Padre Celestial.
Poco antes de Su crucifixión, Jesucristo reunió a Sus apóstoles en un aposento alto. Él sabía que muy pronto moriría en la cruz y que esa sería la última vez que se reuniría con Sus amados apóstoles antes de Su muerte. Él deseaba que lo recordaran siempre para que pudieran fortalecerse y mantenerse fieles.
Con el fin de que lo recordaran, instituyó la Santa Cena. Partió el pan en pedazos y lo bendijo. Luego dijo: “…Tomad, comed; esto es en memoria de mi cuerpo, el cual doy en rescate por vosotros” (Traducción de José Smith, Mateo 26:22). Enseguida tomó una copa de vino, la bendijo, se la dio a los apóstoles para que bebieran, y dijo: “…esto es en memoria de mi sangre… que es derramada por cuantos crean en mi nombre, para remisión de sus pecados” (Traducción de José Smith, Mateo 26:24; véase también Mateo 26:26–28Marcos 14:22–24Lucas 22:15–20).
Después de Su resurrección, el Salvador visitó el continente americano y enseñó a los nefitas la misma ordenanzas (véase 3 Nefi 18:1–1120:1–9). Después de que la Iglesia se restauró en los últimos días, Jesús nuevamente mandó a Su pueblo que participara de la Santa Cena en memoria de Él, diciéndoles: “Conviene que la iglesia se reúna a menudo para tomar el pan y el vino en memoria del Señor Jesús” (D. y C. 20:75).

Cómo se administra la Santa Cena

Las Escrituras explican exactamente cómo se debe administrar la Santa Cena. Los miembros de la Iglesia se reúnen todos los días de reposo para adorar y participar de la Santa Cena (véase D. y C. 20:75). 
La Santa Cena la administran quienes poseen la autoridad debida del sacerdocio. Un presbítero o un poseedor del Sacerdocio de Melquisedec parte el pan en pedazos pequeños, se arrodilla y lo bendice (véase D. y C. 20:76). 
Un diácono u otro poseedor del sacerdocio reparte entonces el pan de la Santa Cena entre la congregación. Luego, el presbítero o el poseedor del Sacerdocio de Melquisedec bendice el agua y ésta se reparte también entre los miembros. 
Jesús dio vino a Sus discípulos cuando instituyó la Santa Cena; sin embargo, en una revelación de los últimos días, Él ha dicho que no tiene importancia lo que se coma o se beba durante la Santa Cena, con tal de que lo hagamos para recordarlo (véaseD. y C. 27:2–3).
 En la actualidad, los Santos de los Últimos Días beben agua en lugar de vino.
Jesús reveló las palabras exactas que debemos decir en las dos oraciones sacramentales. Debemos escuchar con sumo cuidado estas bellas oraciones y tratar de comprender qué prometemos y qué se nos promete. 
La oración que se ofrece para bendecir el pan es la siguiente:
“Oh Dios, Padre Eterno, en el nombre de Jesucristo, tu Hijo, te pedimos que bendigas y santifiques este pan para las almas de todos los que participen de él, para que lo coman en memoria del cuerpo de tu Hijo, y testifiquen ante ti, oh Dios, Padre Eterno, que están dispuestos a tomar sobre sí el nombre de tu Hijo, y a recordarle siempre, y a guardar sus mandamientos que él les ha dado, para que siempre puedan tener su Espíritu consigo. Amén” (D. y C. 20:77).
La oración que se ofrece para bendecir el agua es la siguiente:
Oh Dios, Padre Eterno, en el nombre de Jesucristo, tu Hijo, te pedimos que bendigas y santifiques este vino [agua] para las almas de todos los que lo beban, para que lo hagan en memoria de la sangre de tu Hijo, que por ellos se derramó; para que testifiquen ante ti, oh Dios, Padre Eterno, que siempre se acuerdan de él, para que puedan tener su Espíritu consigo. Amén” (D. y C. 20:79).
La ordenanza de la Santa Cena se debe efectuar de una forma muy sencilla y reverente.
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    Repase detenidamente las oraciones sacramentales y piense en el significado de cada frase.
  • Los convenios que renovamos durante la Santa Cena
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    ¿Qué convenios renovamos durante la Santa Cena? 
    Cada vez que participamos de la Santa Cena, renovamos convenios con el Señor. Un convenio es una promesa sagrada entre el Señor y Sus hijos. Los convenios que hacemos están claramente estipulados en las oraciones sacramentales, y es sumamente importante que conozcamos esos convenios y lo que ellos significan.

  • Hacemos convenio de que estamos dispuestos a tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo. Por medio de esa promesa demostramos que estamos dispuestos a identificarnos con Él y con Su Iglesia; nos comprometemos a servirle a Él y a nuestros semejantes. Prometemos que no haremos nada que traiga vergüenza a ese nombre o que sea digno de reproche.
    Hacemos convenio de recordar siempre a Jesucristo; todos nuestros pensamientos, sentimientos y acciones se verán influenciados por Él y Su misión. Prometemos guardar Sus mandamientos.
  • ¿Qué bendiciones nos promete el Señor si guardamos esos convenios? 
    Cada vez que participamos de la Santa Cena, renovamos convenios con el Señor. Un convenio es una promesa sagrada entre el Señor y Sus hijos. Los convenios que hacemos están claramente estipulados en las oraciones sacramentales, y es sumamente importante que conozcamos esos convenios y lo que ellos significan.
Hacemos convenio de que estamos dispuestos a tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo. Por medio de esa promesa demostramos que estamos dispuestos a identificarnos con Él y con Su Iglesia; nos comprometemos a servirle a Él y a nuestros semejantes. Prometemos que no haremos nada que traiga vergüenza a ese nombre o que sea digno de reproche.
Hacemos convenio de recordar siempre a Jesucristo; todos nuestros pensamientos, sentimientos y acciones se verán influenciados por Él y Su misión.
Prometemos guardar Sus mandamientos.
Cuando nos bautizamos tomamos sobre nosotros esas obligaciones ( D. y C. 20:37; Mosíah 18:6–10). 
De esa forma, cuando participamos de la Santa Cena, renovamos los convenios que hicimos cuando nos bautizamos.
 Jesús nos dio el modelo a seguir para participar de la Santa Cena (3 Nefi 18:1–12) y dijo que, cuando seguimos ese modelo, nos arrepentimos de nuestros pecados y creemos en Su nombre, obtendremos la remisión de nuestros pecados (véase Traducción de José Smith, Mateo 26:24).
El Señor promete que si guardamos nuestros convenios, tendremos siempre Su Espíritu con nosotros. Una persona guiada por el Espíritu tendrá el conocimiento, la fe, el poder y la rectitud necesarios para obtener la vida eterna.
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    ¿Qué podemos hacer para recordar esas promesas durante la semana?

¿Cuál debe ser nuestra actitud cuando participamos de la Santa Cena?

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    ¿Cómo podemos prepararnos para participar de la Santa Cena? 
    Antes de participar de la Santa Cena debemos prepararnos espiritualmente. El Señor ha hecho hincapié en que ninguna persona debe participar indignamente de la Santa Cena, lo cual significa que debemos arrepentirnos de nuestros pecados antes de tomarla. Las Escrituras dicen: “…si alguien ha transgredido, no le permitáis participar sino hasta que se haya reconciliado” (D. y C. 46:4). El Señor instruyó a Sus doce discípulos nefitas, diciendo: “…no permitáis que ninguno a sabiendas participe indignamente de mi carne y de mi sangre, cuando las administréis; porque quien come mi carne y bebe mi sangre indignamente, come y bebe condenación para su alma…” (3 Nefi 18:28–29).
  • ¿En qué podemos pensar durante la Santa Cena que nos ayude a recordar la expiación del Salvador? 
    Durante el servicio sacramental, debemos alejar de nuestra mente cualquier pensamiento mundano; debemos tener un espíritu de oración y ser reverentes; debemos pensar en la expiación de nuestro Salvador y estar agradecidos por ella. Debemos examinar nuestra vida y buscar la manera de mejorarla, y renovar nuestra determinación de guardar los mandamientos.
No es necesario que seamos perfectos antes de participar de la Santa Cena, pero debemos tener el espíritu de arrepentimiento en nuestro corazón. La actitud que tengamos al participar de la Santa Cena influirá en la experiencia que tengamos con esta ordenanza. Si participamos de la Santa Cena con un corazón puro, recibiremos las bendiciones prometidas por el Señor.
¿Por qué piensa usted que participar dignamente de la Santa Cena aumenta nuestra fuerza espiritual? 
  (participar dignamente de la Santa Cena).

Pasajes adicionales de las Escrituras