La expiación de Cristo es prueba del amor de Dios
El comprender que nuestro Padre Celestial dio a Su Hijo Unigénito para que pudiésemos tener inmortalidad y el potencial para la vida eterna nos ayuda a sentir el amor infinito e incomprensible de Dios por nosotros. Nuestro Salvador también nos ama.
“¿Quién nos apartará del amor de Cristo?…
“Por lo cual estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
“ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro (Romanos 8:35, 38–39).
El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo en cuanto a la expiación de Jesucristo: “El sufrimiento del Salvador en Getsemaní y Su agonía en la cruz nos redimen del pecado al satisfacer lo que la justicia demanda de nosotros.
Él extiende misericordia y perdona a quienes se arrepienten. La Expiación también salda la deuda que la justicia tiene con nosotros al sanarnos y compensarnos por cualquier sufrimiento que padezcamos sin ser culpables. ‘… porque he aquí, él sufre los dolores de todos los hombres, sí, los dolores de toda criatura viviente, tanto hombres como mujeres y niños, que pertenecen a la familia de Adán’ (2 Nefi 9:21; véase también Alma 7:11–12)”1.
Cristo nos ha “grabado en las palmas de Sus manos” (Isaías 49:16). Linda K. Burton, Presidenta General de la Sociedad de Socorro, dice: “Ese acto supremo de amor debería llevar a cada uno de nosotros a arrodillarnos en humilde oración para agradecer a nuestro Padre Celestial el amarnos lo suficiente como para mandar a Su Hijo Unigénito y perfecto a sufrir por nuestros pecados, nuestras penas y todo lo que parece ser injusto en nuestras vidas”2.
Escrituras e información adicionales
Considere lo siguiente
¿Cómo podemos expresar nuestra gratitud y amor a Dios y a Jesucristo por el don de la expiación de nuestro Salvador?
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