El llamamiento más importante
Cada miembro un maestro
Cuando el Salvador resucitado enseñó a los nefitas, les dijo: “Alzad, pues, vuestra luz para que brille ante el mundo. He aquí, yo soy la luz que debéis sostener en alto: aquello que me habéis visto hacer” (3 Nefi 18:24). Al dar esta instrucción, elSeñor no hizo distinción alguna entre los que oyeron Su voz. A todos se les mandó enseñar.
Lo mismo ocurre hoy día. La responsabilidad de enseñar el Evangelio no se limita a quienes hayan recibido un llamamiento oficial como maestros. Como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días, usted tiene la responsabilidad de enseñar el Evangelio. Como padre o madre, hijo o hija, esposo o esposa, hermano o hermana, líder de la Iglesia, maestro o maestra en el salón de clases, maestro orientador, maestra visitante, compañero o compañera de trabajo, vecino o vecina, amigo o amiga, usted tiene oportunidades para enseñar. Algunas veces puede enseñar abierta y directamente por medio de las cosas que dice o el testimonio que dé; y, además, siempre enseña mediante el ejemplo.
El Señor declaró: “Ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39). Al pensar en el papel que juega la enseñanza del Evangelio en la salvación y exaltación de los hijos de Dios, ¿puede imaginar que exista un deber más noble o sagrado? Ello requiere que se esfuerce diligentemente por aumentar su entendimiento y por mejorar sus habilidades, sabiendo que el Señor irá magnificándole a medida que enseñe de la manera que Él ha mandado. Es una obra de amor, una oportunidad para ayudar a otros a fin de que ejerzan correctamente su albedrío, vengan a Cristo y reciban las bendiciones de la vida eterna.
Invite a los jóvenes a compartir sus sentimientos acerca de su responsabilidad de enseñar el Evangelio. ¿Qué oportunidades tienen ellos de enseñar el Evangelio a otras personas? ¿Cómo nos ayuda el Señor a cumplir con nuestra responsabilidad de enseñar?
Pida a los jóvenes que compartan una experiencia en la que hayan recibido una asignación que parecía difícil o abrumadora. ¿Qué futuras asignaciones podrían recibir que les pudieran hacer sentirse agobiados? Como clase, lean los primeros once párrafos del discurso del élder David A. Bednar: pida a los jóvenes que levanten la mano cuando escuchen o lean algo que pueda fortalecerlos o alentarlos cuando reciban esas asignaciones y que compartan lo que aprendieron con la clase. ¿Cómo pueden aplicar lo que aprenden a las oportunidades que tienen de enseñar el Evangelio a otras personas? Considere compartir una experiencia personal en la que haya recibido fortaleza del Señor para cumplir una asignación que le parecía difícil.
En la fuerza del Señor
David A. Bednar
Of the Quorum of the Twelve Apostles
En la fuerza del Señor podemos hacer y soportar y vencer todas las cosas.
Hermanos y hermanas, mi corazón rebosa, mi mente da vueltas, mis rodillas están débiles y temblorosas, y descubro que las palabras son totalmente inadecuadas para comunicar eficazmente los sentimientos y las ideas que deseo compartir con ustedes. Oro e imploro la compañía del Espíritu Santo, para mí y para ustedes, mientras les dirijo brevemente la palabra esta mañana de día de reposo.
En las horas que han transcurrido desde que el presidente Hinckley me extendió este nuevo llamado a servir, he prestado atención a la admonición de Nefi de aplicar “todas las Escrituras a nosotros mismos” (1 Nefi 19:23), con un sentido de propósito e intensidad mayor de lo que haya hecho antes.
He reflexionado en las enseñanzas de Pablo de que “lo necio del mundo escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es” (1 Corintios 1:27). Hoy me resulta muy reconfortante saber que soy de lo verdaderamente débil del mundo.
He meditado la instrucción de Jacob que se presenta en El Libro de Mormón:
“Por tanto, escudriñamos los profetas, y tenemos muchas revelaciones y el espíritu de profecía; y teniendo todos estos testimonios, logramos una esperanza, y nuestra fe se vuelve inquebrantable, al grado de que verdaderamente podemos mandar en el nombre de Jesús, y los árboles mismos nos obedecen, o los montes, o las olas del mar.
“No obstante, el Señor Dios manifiesta nuestras debilidades para que sepamos que es por su gracia y sus grandes condescendencias para con los hijos de los hombres por las que tenemos poder para hacer estas cosas” (Jacob 4:6–7).
Hermanos y hermanas, les ruego que presten mucha atención a la forma en que se emplea la palabra gracia en el pasaje que acabo de leer. Del Bible Dictionary (Diccionario Bíblico en inglés), aprendemos que la palabra gracia a menudo se usa en las Escrituras para indicar un poder que fortalece o hace posible que las cosas ocurran: “La idea principal de la palabra es la ayuda o fortaleza que se dan a través de la abundante misericordia y amor de Jesucristo.
“Asimismo, por medio de la gracia del Señor, las personas, mediante la fe en la Expiación de Jesucristo y el arrepentimiento de sus pecados, obtienen fortaleza y ayuda para hacer buenas obras que no lograrían llevar a cabo si quedasen sólo con sus propios medios” (Bible Dictionary, pág. 697).
Es así que el aspecto de la Expiación que nos habilita y fortalece nos ayuda a ver y a hacer el bien y a convertirnos en personas buenas de formas que jamás reconoceríamos o lograríamos con nuestra limitada capacidad mortal. Doy testimonio de que el poder habilitador de la Expiación del Salvador es real. Sin el poder fortalecedor de la Expiación, yo no podría estar de pie ante ustedes en esta mañana.
¿Captamos el sentido de gracia y del poder fortalecedor de Cristo expresados en el testimonio de Ammón? “Sí, yo sé que nada soy; en cuanto a mi fuerza, soy débil; por tanto, no me jactaré de mí mismo, sino que me gloriaré en mi Dios, porque con su fuerza puedo hacer todas las cosas; sí, he aquí que hemos obrado muchos grandes milagros en esta tierra, por los cuales alabaremos su nombre para siempre jamás” (Alma 26:12). De cierto, hermanos y hermanas, en la fuerza del Señor podemos hacer, soportar y vencer todas las cosas.
Cuando se toca un instrumento que debe hacer para que este funcione correctamente?. Invite a la clase a leer: Alma 17:9–11 Y sucedió que viajaron muchos días por el desierto, y ayunaron y oraron mucho para que el Señor concediera que una porción de su Espíritu los acompañase y estuviese con ellos, a fin de que fuesen un instrumento en las manos de Dios para llevar a sus hermanos, los lamanitas, si posible fuese, al conocimiento de la verdad, al conocimiento de la depravación de las tradiciones de sus padres, las cuales no eran correctas.
Y sucedió que el Señor los visitó con su Espíritu, y les dijo: Sed consolados; y fueron consolados.
Y les dijo también el Señor: Id entre los lamanitas, vuestros hermanos, y estableced mi palabra; empero seréispacientes en las congojas y aflicciones, para que les déis buenos ejemplos en mí; y os haré instrumentos en mis manos, para la salvación de muchas almas.
Describa como lguien que toca un instrumento musical se asemeja al Señor cuando nos usa como instrumentos para enseñar Su evangelio. ¿Qué hicieron los hijos de Mosíah para prepararse para ser instrumentos efectivos en las manos del Señor? ¿Cómo pueden los jóvenes seguir sus ejemplos al enseñar?
Aliéntelos a hacer una lista en la pizarra de las cosas que el hermano McConkie dice que son importantes en la enseñanza del Evangelio, y de las cosas que dice que no son importantes. Aliéntelos a compartir cómo los relatos que utiliza el hermano McConkie ilustran los puntos que están en la pizarra. Invite a los jóvenes a planificar maneras de utilizar lo que han aprendido del discurso para invocar la fuerza del Señor al enseñar a los demás. El aprendizaje y la enseñanza del Evangelio Octubre 2010 David M. McConkie
Primer Consejero de la Presidencia General de la Escuela Dominical
- Pida a los jóvenes que se imaginen que un amigo ha recibido una asignación del obispo para enseñar una clase o dar un discurso, y ese amigo se siente incapaz de hacerlo y no quiere aceptar la asignación. ¿Cómo alentarían a su amigo? ¿Qué pasajes de las Escrituras podrían usar para ayudarle? (Véanse, por ejemplo, las Escrituras que se sugieren en esta reseña.) Invítelos a hacer una representación utilizando esos pasajes para ayudar a alguien en esta situación.
Pida a los jóvenes que compartan lo que hayan aprendido. ¿Comprenden cómo la gracia del Salvador puede ayudarles a ser mejores maestros? ¿Desean hacer otras preguntas? ¿Valdría la pena dedicarle más tiempo a este tema?
No comments:
Post a Comment