Thursday, December 25, 2014

Enero "La Trinidad" ..Lección #1 Ven Sigueme

¿Qué sabemos acerca de la naturaleza de la Trinidad?

La verdadera doctrina de la Trinidad se perdió durante la apostasía que surgió tras el ministerio terrenal del Salvador y la muerte de Sus apóstoles. La restauración de esta doctrina empezó cuando el joven José Smith tuvo su Primera Visión a los catorce años. A partir del relato del profeta de la Primera Visión y según sus otras enseñanzas, sabemos que los miembros de la Trinidad son tres seres separados. El Padre y el Hijo tienen cuerpos tangibles de carne y hueso y el Espíritu Santo es un personaje de espíritu.

Aunque los miembros de la Trinidad son seres individuales con misiones particulares, son uno en propósito y doctrina. La suya es una unidad perfecta que tiene el propósito de llevar a cabo el divino plan de salvación del Padre Celestial.
La Trinidad incluye a Dios el Eterno Padre, al Salvador Jesucristo y al Espíritu Santo. Aunque los miembros de la Trinidad son seres individuales, con misiones diferentes, son uno en propósito. ¿Como podemos comprender la naturaleza de la Trinidad y la función que desempeña en sus vidas? veamos algunas escrituras que dan testimonio:
Génesis 1:27  Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.  (El hombre fue creado a la imagen de Dios)
Mateo 3:16-17   16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió inmediatamente del agua; y he aquí, los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y se posaba sobre él.
 17 Y he aquí, una voz de los cielos que decía: Éste es mi Hijoamado, en quien me complazco.
Juan 14:16  Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
Hechos 7:55–56  55 Pero Esteban, estando lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a ladiestra de Dios,
 56 y dijo: ¡He aquí, veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios!
3 Nefi 11:4–11   Y sucedió que de nuevo oyeron la voz, y no la entendieron.
  Y nuevamente por tercera vez oyeron la voz, y aguzaron el oído para escucharla; y tenían la vista fija en dirección del sonido; y miraban atentamente hacia el cielo, de donde venía el sonido.
  Y he aquí, la tercera vez entendieron la voz que oyeron; y les dijo:
  He aquí a mi Hijo Amado, en quien me complazco, en quien he glorificado mi nombre: a él oíd.
  Y aconteció que al entender, dirigieron la vista hacia el cielo otra vez; y he aquí, vieron a un Hombre que descendía del cielo; y estaba vestido con una túnica blanca; y descendió y se puso en medio de ellos. Y los ojos de toda la multitud se fijaron en él, y no se atrevieron a abrir la boca, ni siquiera el uno al otro, y no sabían lo que significaba, porque suponían que era un ángel que se les había aparecido.
  Y aconteció que extendió la mano, y habló al pueblo, diciendo:
 10  He aquí, yo soy Jesucristo, de quien los profetas testificaron que vendría al mundo.
 11  Y he aquí, soy la luz y la vida del mundo; y he bebido de la amarga copa que el Padre me ha dado, y he glorificado al Padre,tomando sobre mí los pecados del mundo, con lo cual me he sometido a la voluntad del Padre en todas las cosas desde el principio.
Artículos de Fe 1:1  NOSOTROS creemos en Dios el Eterno Padre, y en su Hijo Jesucristo, y en el Espíritu Santo.  (Hay tres miembros en la Trinidad)
Lucas 24:39  Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.
Juan 1:14  Y el Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros (y vimossu gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
D. y C. 130:22  El Padre tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del hombre; así también el Hijo; pero el Espíritu Santo no tiene un cuerpo de carne y huesos, sino es un personaje de Espíritu. De no ser así, el Espíritu Santo no podría morar en nosotros. (Dos miembros de la Trinidad tienen un cuerpo físico)
Juan 17:21  Para que todos sean uno, como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
1 Juan 5:7  Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.
Alma 11:44 Pues bien, esta restauración vendrá sobre todos, tanto viejos como jóvenes, esclavos así como libres, varones así como mujeres, malvados así como justos; y no se perderá ni un solo pelo de su cabeza, sino que todo será restablecido a su perfecta forma, o en el cuerpo, cual se encuentra ahora, y serán llevados a comparecer ante el tribunal de Cristo el Hijo, y Dios el Padre, y el Santo Espíritu, que son un Eterno Dios, para ser juzgados según sus obras, sean buenas o malas.
D. y C. 20:28  los cuales, Padre, Hijo y Espíritu Santo, son un Dios, infinito y eterno, sin fin. Amén. (La Trinidad son uno en perfecta unidad)
Boyd K. Packer, “El testimonio”, Liahona, mayo de 2014, págs. 94-97.


Actividad para despertar el interés:

Pida a un voluntario de la clase que pase al frente, véndele los ojos y pídale que escriba la siguiente frase en la pizarra: Jesús es la luz del mundo. Sáquele la venda de los ojos y pídale que escriba de nuevo la misma frase y que después regrese a su asiento.
• ¿En qué se asemeja el pecar a tener una venda sobre los ojos? ¿Por qué el ejercer fe en Jesucristo y arrepentirnos de nuestros pecados es como quitarnos la venda de los ojos? ¿Qué vemos con más claridad cuando nos arrepentimos?


Boyd K. Packer
Deseo compartir con ustedes esas verdades cuyo conocimiento es de mayor valor.

Las épocas de guerra o de incertidumbre nos hacen dirigir la atención hacia las cosas que realmente importan.
La Segunda Guerra Mundial fue una época de gran confusión espiritual para mí. Había dejado mi hogar en Brigham City, Utah, EE.UU. con tan sólo pedacitos de un testimonio, y sentía la necesidad de algo más. Prácticamente todos los estudiantes del último año de mi secundaria estaban camino a la zona de batalla en cuestión de semanas. Mientras estaba estacionado en la isla de Lejima, al norte de Okinawa, Japón, libraba una lucha contra la duda y la incertidumbre. Deseaba un testimonio personal del Evangelio. ¡Deseaba saber!
Durante una noche de insomnio dejé mi tienda y entré en un refugio construido con tanques de combustible de 190 litros llenos de arena y colocados en línea, uno sobre otro, formando un cercado. No tenía techo, así que me metí allí, miré al cielo estrellado y me arrodillé a orar.
Sucedió hacia la mitad de mi oración. No podría describirles lo que pasó aunque quisiera sinceramente; está más allá de mi capacidad de expresión, pero es tan real hoy como lo fue aquella noche, hace más de 65 años. Supe que era una señal muy íntima y muy personal. Al fin sabía por mí mismo. Yo sabía con certeza, porque me había sido concedido. Al cabo de un rato salí de aquel refugio y caminé, o más bien floté, de vuelta a mi cama. Pasé el resto de la noche lleno de gozo y asombro.

Lejos de pensar que yo era alguien especial, pensé que si tal cosa me había sucedido a mí, podía sucederle a cualquier persona. Todavía creo eso. En los años que han pasado he llegado a comprender que una experiencia así es, al mismo tiempo, una luz a seguir y una carga que asumir.
Deseo compartir con ustedes aquellas verdades cuyo conocimiento es de mayor valor, las cosas que he aprendido y experimentado en mis casi 90 años de vida y más de 50 años como Autoridad General. Mucho de lo que he llegado a saber entra en la categoría de las cosas que no se pueden enseñar, pero se pueden aprender.
Como la mayoría de las cosas de gran valor, el conocimiento que tiene un valor eterno se obtiene sólo mediante la oración personal y la meditación. Éstas, junto con el ayuno y el estudio de las Escrituras, traerán impresiones, revelaciones y los susurros del Santo Espíritu. Eso nos proporciona instrucción de lo alto a medida que aprendemos precepto por precepto.
Las revelaciones prometen que “cualquier principio de inteligencia que logremos en esta vida se levantará con nosotros en la resurrección” y que “conocimiento e inteligencia [se obtienen] por medio de… diligencia y obediencia” (D. y C. 130:18–19).
Una verdad eterna que he llegado a saber es que Dios vive. Él es nuestro Padre. Nosotros somos Sus hijos. “Nosotros creemos en Dios el Eterno Padre, y en su Hijo Jesucristo, y en el Espíritu Santo” (Artículos de Fe 1:1).
De todos los demás títulos que pudo haber usado, Él escogió ser llamado “Padre”. El Salvador mandó: “De esta manera, pues, orad: Padre nuestro que estás en los cielos” (3 Nefi13:9; véase también Mateo 6:9). Su uso del nombre “Padre” es una lección para todos a medida que llegamos a comprender qué es lo que más importa en esta vida.
Ser padres es un privilegio sagrado y, si se es fiel, puede ser una bendición eterna. El propósito final de toda actividad en la Iglesia es que el hombre, su esposa y sus hijos puedan ser felices en el hogar.
A los que no están casados o no pueden tener hijos no se les priva de las bendiciones eternas que anhelan pero que, de momento, permanecen fuera de su alcance. No siempre sabemos ni cómo ni cuándo llegarán las bendiciones, pero la promesa de progreso eterno no será negada a ninguna persona fiel que haga y guarde convenios sagrados.
Sus anhelos secretos y sus lágrimas de súplica tocarán el corazón tanto del Padre como del Hijo. Ellos les darán una íntima certeza de que su vida será plena y de que no se perderán de ninguna bendición esencial.
Como siervo del Señor, y en el oficio al que he sido ordenado, a quienes se encuentran en esas circunstancias doy la promesa de que no habrá nada esencial para su salvación y exaltación que no les sea dado a su debido tiempo. Los brazos ahora vacíos se llenarán y los corazones ahora anhelantes y heridos por los sueños rotos serán sanados.
Otra verdad que he llegado a saber es que el Espíritu Santo es real. Él es el tercer miembro de la Trinidad. Su misión es testificar de la verdad y la rectitud. Se manifiesta de muchas maneras, incluyendo sentimientos de paz y seguridad. Él puede, además, brindar consuelo, guía y corrección cuando es necesario. La compañía del Espíritu Santo se mantiene a lo largo de nuestra vida al llevar una vida recta.
El don del Espíritu Santo se confiere mediante una ordenanza del Evangelio. Una persona con autoridad pone sus manos sobre la cabeza de un nuevo miembro de la Iglesia y dice las palabras: “Recibe el Espíritu Santo”.
Esta ordenanza por sí sola no nos transforma de manera evidente, pero si escuchamos y seguimos las impresiones, recibiremos la bendición del Espíritu Santo. Cada hijo e hija de nuestro Padre Celestial puede llegar a conocer la realidad de la promesa de Moroni: “…por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas” (Moroni 10:5; cursiva agregada).
Una verdad divina que he obtenido en mi vida es mi testimonio del Señor Jesucristo.
Ante todo y sosteniendo todo lo que hacemos, afianzado de principio a fin en las revelaciones, está el nombre del Señor, que es la autoridad por la cual actuamos en la Iglesia. Cada oración ofrecida, aún por los pequeñitos, se termina en el nombre de Jesucristo. Cada bendición, cada ordenanza, cada ordenación, cada acto oficial se efectúa en el nombre de Jesucristo. Es Su Iglesia y lleva Su nombre: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (véase D. y C. 115:4).
Hubo un gran acontecimiento en el Libro de Mormón cuando los nefitas “pedían al Padre en [el nombre del Señor]”. El Señor apareció y preguntó:
“¿Qué queréis que os dé?
“Y ellos le dijeron: Señor, deseamos que nos digas el nombre por el cual hemos de llamar esta iglesia; porque hay disputas entre el pueblo concernientes a este asunto.
“Y el Señor les dijo: De cierto, de cierto os digo: ¿Por qué es que este pueblo ha de murmurar y disputar a causa de esto?
“¿No han leído las Escrituras que dicen que debéis tomar sobre vosotros el nombre de Cristo, que es mi nombre? Porque por este nombre seréis llamados en el postrer día;
“y el que tome sobre sí mi nombre, y persevere hasta el fin, éste se salvará…
“Por tanto, cualquier cosa que hagáis, la haréis en mi nombre, de modo que daréis mi nombre a la iglesia; y en mi nombre pediréis al Padre que bendiga a la iglesia por mi causa” (3 Nefi 27:2–7).
Es Su nombre, Jesucristo, “porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
En la Iglesia sabemos quién es Él: Jesucristo, el Hijo de Dios. Él es el Unigénito del Padre. Él es Aquél que fue asesinado y Aquél que vive de nuevo. Él es nuestro Abogado ante el Padre. “…recordad que es sobre la roca de nuestro Redentor, el cual es Cristo, el Hijo de Dios, donde [debemos] establecer [nuestro] fundamento…” (Helamán 5:12). Él es el ancla que nos sujeta y nos protege a nosotros y a nuestra familia a través de las tormentas de la vida.
Cada domingo por todo el mundo, allí donde congregaciones de cualquier nacionalidad o idioma se reúnen, la Santa Cena se bendice con las mismas palabras. Tomamos sobre nosotros el nombre de Cristo y prometemos recordarle siempre. Eso está grabado en nosotros.
El profeta Nefi declaró: “Y hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo, profetizamos de Cristo y escribimos según nuestras profecías, para que nuestros hijos sepan a qué fuente han de acudir para la remisión de sus pecados” (2 Nefi 25:26).
Cada uno de nosotros debe obtener su propio testimonio personal del Señor Jesucristo. Y después compartimos ese testimonio con nuestra familia y con los demás.
En este proceso, recordemos que hay un adversario que busca personalmente frustrar la obra del Señor. Debemos escoger a quién seguir. Nuestra protección es tan sencilla como decidir individualmente seguir al Salvador, asegurándonos de permanecer fielmente a Su lado.
En el Nuevo Testamento, Juan registra que hubo algunos que fueron incapaces de comprometerse con el Salvador y Sus enseñanzas, y “desde entonces, muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él.
“Dijo entonces Jesús a los doce: ¿También vosotros queréis iros?
“Y le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
“Y nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Juan 6:66–69).
Pedro había aprendido lo que todo seguidor del Salvador puede aprender: para estar fielmente comprometido con Jesucristo, lo aceptamos como nuestro Redentor y hacemos todo lo que podemos por vivir Sus enseñanzas.
Después de todos los años que he vivido, enseñado y servido, después de millones de kilómetros recorridos por el mundo, con todo lo que he experimentado, hay una gran verdad que desearía compartir. Se trata de mi testimonio del Salvador Jesucristo.
José Smith y Sidney Rigdon registraron lo siguiente tras una sagrada experiencia:
“Y ahora, después de los muchos testimonios que se han dado de él, éste es el testimonio, el último de todos, que nosotros damos de él: ¡Que vive!
“Porque los vimos…” (D. y C. 76:22–23).
Sus palabras son mis palabras.
Yo creo y yo estoy seguro de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que Él vive. Él es el Unigénito del Padre, y “por él, por medio de él y de él los mundos son y fueron creados, y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios” (D. y C. 76:24).
Expreso mi testimonio de que el Salvador vive. Yo conozco al Señor. Soy Su testigo. Sé de Su gran sacrificio y Su eterno amor por todos los hijos del Padre Celestial. Comparto mi testimonio especial con toda humildad, pero con absoluta certeza; en el nombre de Jesucristo. Amén.

“Para que creáis que Jesús es el Cristo”...lección #1 del Nuevo Testamento

Isaías y Juan el Bautista profetizan con respecto a la misión del Salvador.

Si estudiamos las palabras de Isaías y de otros que profetizaron en cuanto a la misión del Salvador, podemos fortalecer nuestro testimonio de Jesucristo y nuestro aprecio por el Nuevo Testamento, analicemos las siguientes escrituras:
Isaías 61:1–3   El espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ha ungido Jehová para proclamar buenas nuevas a los mansos; me ha enviado a vendar a los quebrantados de corazón, a proclamar libertad a los cautivos y a los prisioneros apertura de la cárcel;
 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová y el día de lavenganza del Dios nuestro; a consolar a todos los que lloran;
 a ordenar que a los que están de duelo en Sión se les dé gloria en lugar de ceniza, aceite de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar de espíritu apesadumbrado; y serán llamadosárboles de justicia, plantío de Jehová, para que él sea glorificado.
Traducción de José Smith, Lucas 3:4–11                                                                                       Como está escrito en el libro del profeta Isaías, y éstas son las palabras, que dicen: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas.
  Pues he aquí, él vendrá, como se halla escrito en el libro de los profetas, para quitar los pecados del mundo, y para traer salvación a las naciones paganas, para recoger a los que se han perdido, que son del redil de Israel;
  sí, aun a los dispersos y atribulados; y también para preparar el camino, y hacer posible la predicación del evangelio a los gentiles;
  y para ser una luz a todos los que se hallan en tinieblas, hasta los confines de la tierra; a fin de llevar a cabo la resurrección de los muertos, y ascender a lo alto, para morar a la diestra del Padre,
  hasta el cumplimiento del tiempo; y serán sellados la ley y el testimonio, y nuevamente se entregarán al Padre las llaves del reino;
  a fin de administrar justicia a todos; para descender en juicio sobre todos, y para convencer a todos los impíos de sus hechos inicuos que han cometido; y todo esto en el día en que él venga;
 10  porque es un día de poder; sí, todo valle se rellenará, y se bajará todo monte y collado; y los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados;
 11  y verá toda carne la salvación de Dios.
Hay algunos aspectos de la misión del Salvador que se describen en Isaías 61:1–2
a. “…a predicar buenas nuevas a los abatidos” (vers. 1).
b. “…a vendar a los quebrantados de corazón” (vers. 1).
c. “…a publicar libertad a los cautivos” (vers. 1).
d. “…a consolar a todos los que lloran” (vers. 2).
• ¿De qué manera ha cumplido Jesús todas estas profecías, citando algunas escrituras y experiencias personales que haya tenido?
Jesús citó este pasaje al iniciar Su ministerio con el fin de declarar que Él es el Mesías: 
Lucas 4:16–21                                                                                                                                      16 Y vino a Nazaret, donde se había criado; y, conforme a su costumbre, el día de reposo entró en la sinagoga y se levantó a leer.
 17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el rollo, halló el lugar donde estaba escrito:
  18 El Espíritu del Señor está sobre mí,por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón,a pregonar libertad a los cautivosy dar vista a los ciegos;a poner en libertad a los quebrantados,
  19 a predicar el año agradable del Señor.
 20 Y enrollando el libro, lo dio al ayudante y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.
 21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos.
Juan el Bautista predicó en el desierto en cuanto a la misión del Salvador poco antes de que Jesús comenzara Su ministerio mortal y veamos como fué que describió Juan el Bautista la misión del Salvador (Traducción de José Smith, Lucas 3:4–9.) 
a. “…quitar los pecados del mundo” (vers. 5).  
b. “…traer salvación a las naciones paganas” (vers. 5).            
c. “…recoger a los que se han perdido” (vers. 5).
d. “…hacer posible la predicación del evangelio a los gentiles” (vers. 6).
e. “…ser una luz a todos los que se hallan en tinieblas” (vers. 7).
f. “…llevar a cabo la resurrección de los muertos” (vers. 7).
  1. g. 
    “…administrar justicia a todos” (vers. 9).
  2. h. 
    “…convencer a todos los impíos de sus hechos inicuos” (vers. 9).
El apóstol Juan testifica que Jesucristo es “aquella luz verdadera”.
Juan 20:31    Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es elCristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.                                                                             
Traducción de José Smith de Juan 1:1–14   En el principio fue predicado el evangelio por medio del Hijo. Y el evangelio era el verbo, y el verbo estaba con el Hijo, y el Hijo estaba con Dios, y el Hijo era de Dios.
  éste estaba en el principio con Dios.
  Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
  En él estaba el evangelio, y el evangelio era la vida, y la vida era la luz de los hombres.
  Y la luz resplandece en el mundo, y el mundo no la percibe.
  Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
  éste vino al mundo como testigo, para dar testimonio de la luz, para dar testimonio del evangelio por medio del Hijo a todos, a fin de que los hombres creyesen por medio de él.
  No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz,
  la cual era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo,
 10  sí, el Hijo de Dios. Aquel que en el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de él; pero el mundo no le conoció.
 11  A los suyos vino, y los suyos no le recibieron.
 12  Mas a todos los que le recibieron, sólo a los que creen en su nombre les dio potestad de llegar a ser hijos de Dios.
 13  él nació , no de sangre, ni de voluntad de carne ni de voluntad de varón, sino de Dios.
 14  Y el mismo Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
• ¿Qué podemos aprender en este pasaje en cuanto a Jesucristo? (la frase “el verbo” se refiere al Salvador.)
  1. a. 
    Él “era en el principio” con Dios el Padre  (la misión del Salvador comenzó en el mundo premortal, mucho antes de su nacimiento en Belén).
  2. b. 
    Él es Dios (cuando hablamos de Dios, usualmente nos referimos a nuestro Padre Celestial; sin embargo, “…el personaje conocido como Jehová en los tiempos del Antiguo Testamento… es el Hijo, conocido como Jesucristo,… quien también es Dios. Jesús trabaja bajo la dirección del Padre… Muchas de las cosas que en las Escrituras dice que fueron hechas por Dios, en realidad fueron hechas por… Jesús”).
  3. c. 
    Por intermedio de Él, se predicó el Evangelio en el mundo premortal  (Traducción de José Smith, Juan 1:1).
  4. d. 
    Él hizo todas las cosas  (Juan 1:3).
  5. e. 
    Él es el Hijo Unigénito de Dios en la carne (Juan 1:14).
• El apóstol Juan dijo que “En Jesús estaba la vida” , y también testificó que Jesús es “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre”...
El objetivo de Juan al escribir su testimonio era que creyeramos en Cristo y asi tener la vida eterna en el nombre de Cristo.. (Juan 20:31.) ¿Qué significa “…creer que Jesús es el Cristo”? (Cristo es una palabra griega que significa “ungido”. Cuando tenemos un testimonio de que Jesús es el Cristo, sabemos que Él es el Hijo de Dios y que fue ungido y preordenado para ser nuestro Salvador).
Cómo pueden aplicarse a nosotros las palabras de Juan 1:10–14, aún cuando no estuvimos sobre la tierra durante el ministerio mortal del Salvador?
El presidente Thomas S. Monson, siendo miembro del Quórum de los Doce, enseñó:
“Pero no es necesario que visitemos la Tierra Santa para sentir que Él está cerca; no es necesario caminar a lo largo de las riberas del Mar de Galilea o por las colinas de Judea, para recorrer los senderos que Jesús recorrió. En un sentido muy real todos podemos caminar por donde Él caminó cuando, al pasar por la vida mortal, llevamos en nuestros labios Sus palabras, Su Espíritu en nuestro corazón y Sus enseñanzas en nuestro modo de vivir” (Liahona, octubre de 1974, pág. 43).

Sugerencias adicionales para la enseñanza

Reseña del Nuevo Testamento.
La Biblia tiene  veintisiete libros del Nuevo Testamento, se puede dividir en cuatro secciones. 
a. Los Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), que son un registro y un testigo de la vida, la misión y las enseñanzas de Jesucristo.
  1. b. 
    El libro de Hechos, que es un relato del ministerio de los apóstoles después de la muerte y resurrección de Jesús. Este libro se concentra en la obra de Pedro entre los judíos y en la de Pablo entre los gentiles.
  2. c. 
    Las epístolas (cartas) de Pablo y de otros líderes de la Iglesia, escritas para dar instrucción y para edificar a los santos de su época.
  3. d. 
    El Apocalipsis, que es la revelación del Señor al apóstol Juan en la isla de Pátmos.

2. Presentaciones en video


 “¿Qué pensáis del Cristo?” 
Que grandeza es tener un testimonio de que Jesús es el Cristo.
Fue enviado “…para que diese testimonio de la luz” (Juan 1:8).
Juan 1:6–8  Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
 Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por medio de él.
No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.
Juan el Bautista tenia como misión dar testimonio de la luz, testimonio de Jesucristo...
Se que Jesus vive y es mi Salvador y que por medio se su Luz viviré para siempre en el nombre de Jesucristo Amén.