Cita del élder Dallin H. Oaks: “Es posible que… encontremos que cierto versículo de las Escrituras, de algo que se dijo con un propósito muy diferente y en una época totalmente distinta, al interpretarlo con la influencia del Espíritu Santo, contenga un mensaje personal adaptado a nuestras propias necesidades de hoy… Si procuramos aplicar las Escrituras a nuestras circunstancias particulares, ‘para nuestro provecho e instrucción’ (1 Nefi 19:23), nuestro amoroso Padre Celestial las empleará para bendecirnos de maneras totalmente personales.
Mas de alguna vez nos ha parecido que un pasaje determinado nos hablaba directamente, los acontecimientos que se estudian en esta lección ocurrieron porque un hombre encontró que un pasaje de las Escrituras, registrado ciento cincuenta años antes de su nacimiento, le hablaba directamente a él e incluso lo mencionaba por su nombre.
El rey Ciro permite a los judíos regresar a Jerusalén para reconstruir el templo (Esdras 1–6)
En 721 a. C., cuando el reino de Israel (el reino del Norte, o sea, las diez tribus) fue capturado por Asiria, el Imperio Asirio era el más poderoso del mundo. Sin embargo, en el año 612 a. C., los babilonios destruyeron este imperio. Bajo el rey Nabucodonosor, Babilonia reinó en casi todas las tierras que los asirios habían conquistado antes. El dominio de los babilonios sobre el reino de Judá (el reino del Sur) se extendió desde aproximadamente 605 a. C., cuando llevaron cautivos a muchos judíos, hasta 587 a. C., cuando destruyeron Jerusalén. Después que Nabucodonosor murió en el año 562 a. C., el poder de Babilonia declinó rápidamente. En 539 a. C., cayó ante los medos y los persas que se habían unido bajo el mando de Ciro. Al contrario de Nabucodonosor, que había tratado con crueldad a los que conquistaba, Ciro fue un gobernante benevolente; y por tratar con bondad a los pueblos conquistados y respetar sus religiones, se ganó la lealtad de aquellos a quienes gobernaba. Poco después de haber tomado Babilonia, Ciro decretó que se debía reconstruir el Templo de Jerusalén y exhortó a los judíos de su imperio a volver a Jerusalén para reconstruirlo; además, devolvió los utensilios de oro y de plata que las tropas de Nabucodonosor habían robado del templo. (2 Crónicas 36:22–23; Esdras 1:1–3, 7. La profecía de Jeremías, a la que se hace referencia en estos versículos, decía que los judíos volverían a Jerusalén después de setenta años de cautiverio en Babilonia; véase Jeremías 25:11–12; 29:10.)
Y decretó Ciro que el templo volviera a construirse en Jerusalén Por qué sabía Ciro que el Señor quería que hiciese eso ( Esdras 1:2) y se refieren a una profecía que está en Isaías 44:28 y que lo menciona por su nombre (también Isaías 45:1–5); aunque en el Antiguo Testamento la historia de Ciro aparece antes que el libro de Isaías, este Profeta vivió unos ciento cincuenta años antes de que naciera el rey). Flavio Josefo, historiador judío de la antigüedad, comentó que Ciro, al leer su nombre en las profecías de Isaías, se sintió inspirado por el Espíritu del Señor y tuvo un gran deseo de cumplir lo que se había escrito.
Cuando Zorobabel y Jesúa condujeron al primer grupo de judíos que regresó a Jerusalén, encontraron allá a los samaritanos. Cabe mencionar que los samaritanos eran descendientes de los israelitas que escaparon en la época del cautiverio, y que éstos se habían casado con colonizadores de Asiria y de Babilonia a los que los reyes habían mandado para ocupar esa tierra.
Los samaritanos propusieron a los judíos que habían regresado ayudar a edificar y también ellos poder ofrecer sacrificios, pero ellos rehusaron permitir a los samaritanos que les ayudaran a reconstruir el templo porque no los consideraban israelitas puros. Entonces los samaritanos cuando los judíos rechazaron su ofrecimiento de ayuda Trataron de detener la reconstrucción del templo quejándose a los reyes que sucedieron a Ciro. (Esdras 4:1-5) Los trabajos en el templo finalmente se detuvieron. Hasta que varios años después se motivaron otra vez . Los profetas Hageo y Zacarías les proporcionaron una guía inspirada, Por conducto de Hageo, el Señor dijo acerca del templo a los judíos que estaban en Jerusalén, "Subid al monte y traed madera y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad y seré glorificado, ha dicho Jehová"..(Véase Hageo 1:3–4, 7–8.) A los judíos les impedía la reconstrucción del templo su actitud ya que decian " No ha llegado aún el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada" ( Hageo 1:2.) Esta misma actitud nos impiden adorar al Señor y prestar servicio en el templo regularmente. Al reanudarse la construcción, los samaritanos volvieron a intentar detenerla; pero los judíos explicaron el decreto que había promulgado el rey Ciro, y el rey Darío permitió que la obra continuara (Esdras 5–6.) una vez que los judíos terminado el templo, hicieron la dedicación y ofrecieron sacrificio y celebraron la pascua 14 dias del mes ( Esdras 6:15–22.)
Esdras conduce a otro grupo de judíos de regreso a Jerusalén (Esdras 7–8)
De la misma forma en que el Señor inspiró al rey Ciro para que liberara a los judíos, ablandó también el corazón del rey Artajerjes para que permitiera a Esdras y a su grupo de judíos regresar a Jerusalén (Esdras 7:27–28; 11–26)......nosotros también podemos tratar de que los dirigentes gubernamentales sean más benévolos hacia la Iglesia, obedeciendo las leyes del país, hacer el bien, prepararnos para enseñar el Evangelio a todo el mundo y orar para que el Señor les ablande el corazón.
Esdras para asegurarse de que el grupo de judíos que conducía a Jerusalén estuviera protegido les pidió que ayunaran y pidió al Señor protección para poder partir de su mano. (Esdras 8:21–23, 31.)
Nehemías va a Jerusalén y dirige a la gente para que reconstruya los muros a fin de proteger la ciudad (Nehemías 1–2; 4; 6),
Nehemías era el copero del rey Artajerjes de Persia; éste era un cargo de confianza y de gran responsabilidad que le exigía asegurarse de que los alimentos y la bebida del rey fueran sanos. Pero, aun cuando Nehemías ocupaba ese importante cargo en Persia, también le interesaba su pueblo que estaba en Jerusalén y buscó ayudarlo cuando supo de sus dificultades
Nehemias cuando se enteró de las dificultades que encaraban los de su pueblo en Jerusalén rogó al Señor por ellos y solicitó Nehemias ir para ayudar a su pueblo y El rey le concedió a Nehemías el permiso para ir, le proporcionó guardias y una escolta para protección y lo autorizó para utilizar madera de los bosques con el fin de reconstruir los muros de la ciudad.(Nehemias 1:4-11; 2:1-5 y 2:6-8) Y animó Nehemías al pueblo para que reconstruyera los muros que rodeaban la ciudad (Véase Nehemías 2:17–18.) Sanbalat era gobernador de Samaria, y él y su pueblo eran enemigos de los judíos que habían regresado con Zorobabel, cuando anbalat supo de los planes de reconstruir los muros de la ciudad se disgustó en extremo y conspiraron para atacar a Jerusalén y hacerle daño (Nehemías 2:10, 19; 4:1–3, 7–8, 11.) entoncés los judíos ante esos esfuerzos por detener la reconstrucción de los muros pusieron guardia dia y noche y dijo a los nobles y oficiales "No temáis delante de ellos acordaos del Señor grande y temible y pelead por vuestros hermanos, hijos, esposas y vuestras casas, y oyendo esto se volvieron todos al muro, cada uno a su tarea" (Véase Nehemías 4:9, 13–15.)
Sanbalat pidió que parara de trabajar a Nehemías y se reuniera con él, pero el mandó mensajeros diciendole que no podia ir porque el estaba a cargo de la obra y por ir con ellos la obra cesaria (Véase Nehemías 6:1–4.)
El élder Marvin J. Ashton aconsejó lo siguiente: “Hay ciertas personas y organizaciones que tratan de provocarnos a la polémica mediante las calumnias, las indirectas y los calificativos impropios. Cuán insensatos somos en esta sociedad moderna al permitirnos caer en la irritación, el desaliento o la ofensa ante el placer que otros parecen encontrar en maltratar nuestra posición o actuación. Nuestros principios no perderán valor como consecuencia de las declaraciones de los contenciosos. Tenemos el deber de explicar nuestra posición mediante el razonamiento, la persuasión amigable y los hechos; debemos permanecer firmes, inamovibles en los asuntos morales de esta época y en los principios eternos del Evangelio, sin entrar en polémicas con ningún individuo ni organización… Tenemos el deber de hacernos oír, de enseñar. Tenemos el deber no solamente de evitar la contención sino también de tratar de eliminarla” (véase “No tenemos tiempo para la contención”, Liahona, agosto de 1978, pág. 9).
Los del pueblo se regocijan cuando Esdras les lee las Escrituras Nehemías 8
Después que el pueblo hubo terminado de reconstruir los muros de la ciudad, le pidieron a Esdras que trajese el libro de la ley de Moisés y delante de la congregación leyó el libro delante de todo el pueblo y estaban atentos al libro de la ley y las leyó desde el alba hasta el el mediodia (Véase Nehemías 8:1–3) tomemos en cuenta que la mayoría de los judíos habían estado tanto tiempo en el cautiverio que jamás habían escuchado las Escrituras ni las habían leído. Y Esdras con Nehemias, el gobernador y los levitas para ayudar a su pueblo a entender las Escrituras leian claramente y ponian el sentido y el pueblo lloró al entender las palabras de la ley y les mandaron no entristecer porque era dia santo del Señor y el gozo de Jehová era su fuerza (Véase Nehemías 8:8-11).
“La energía, la habilidad, el patriotismo desinteresado y la integridad personal que caracterizaban a Nehemías dieron por resultado el surgimiento de un Judá nuevo y exuberante. La restauración de Jerusalén, que había estado en ruinas durante siglo y medio, se inició. Esdras, un sacerdote justo y dedicado, se unió a Nehemías en la obra emprendida, y juntos lograron restaurar la comunidad judía en Jerusalén”
Así como los judíos tenían la responsabilidad de reconstruir Jerusalén, los Santos de los Últimos Días tenemos el deber de edificar Sión por todo el mundo. A fin de lograrlo, debemos seguir las enseñanzas de las Escrituras y participar en la obra del templo, habrá personas que tratarán de detener la obra del Señor; tenemos que demostrar a éstas amor cristiano pero no debemos permitirles que nos distraigan de nuestra determinación de ayudar a edificar el reino de Dios.
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