Antes de nacer, vivíamos con nuestro Padre Celestial como Sus hijos espirituales. En el concilio de los cielos, el Padre nos presentó Su Plan de Salvación, y Jesucristo fue escogido para ser nuestro Salvador. Satanás intentó modificar el plan, quitándonos nuestro albedrío, y tanto él como sus seguidores fueron expulsados. Nosotros aceptamos el plan del Padre y escogimos seguir a Jesucristo.
Todos los hombres y las mujeres vivieron con Dios como hijos espirituales suyos antes de venir a la tierra como seres mortales. A esa vida a veces se le llama el primer estado (Abr. 3:26).
- Cuando Dios fundó la tierra, se regocijaron todos los hijos de Dios, Job 38:4–7.
- El espíritu volverá a Dios que lo dio Ecle. 12:7.
- Antes que te formase en el vientre te conocí, Jer. 1:4–5.
- Linaje suyo somos, Hech. 17:28.
- Dios nos escogió antes de la fundación del mundo, Efe. 1:3–4.
- Debemos obedecer al Padre de los espíritus, Heb. 12:9.
- Satanás se rebeló en la vida preterrenal, Moisés 4:1–4.
- Hubo una gran batalla en el cielo Apoc. 12:7–11.
- A los ángeles que no guardaron su dignidad, los ha guardado en prisiones eternas, Judas 1:6 (Abr. 3:26).
- El diablo y sus ángeles fueron arrojados a la tierra, Apoc. 12:9.
- El diablo y la tercera parte de las huestes del cielo fueron arrojados abajo, DyC 29:36–37.
- Fueron llamados y preparados desde la fundación del mundo, Alma 13:3.
- Cristo contempló la vasta expansión de la eternidad y todas las huestes del cielo antes que el mundo fuese, DyC 38:1.
- También el hombre fue en el principio con Dios, DyC 93:29 (Hel. 14:17; DyC 49:17).
- En el principio se escogieron espíritus selectos para ser gobernantes en la Iglesia, DyC 138:53–55.
- Muchos recibieron sus primeras lecciones en el mundo de los espíritus, DyC 138:56.
- Los que siguen a Dios guardan su primer estado, vienen a la tierra y reciben un cuerpo, Abr. 3:26.
- Todas las cosas se crearon espiritualmente antes que existiesen físicamente sobre la tierra, Moisés 3:5.
- Yo hice el mundo y a los hombres antes que existiesen en la carne, Moisés 6:51.
- Abraham vio las inteligencias que fueron organizadas antes que existiera el mundo, Abr. 3:21–24.
Plan de salvación
Leales a la Fe: Una Referencia del Evangelio, (2004), 143–46
En la existencia preterrenal, nuestro Padre Celestial preparó un plan para permitirnos llegar a ser como Él y recibir una plenitud de gozo. Las Escrituras se refieren a ese plan como “el plan de salvación” (Alma 24:14;Moisés 6:62), “el gran plan de felicidad” (Alma 42:8), “el plan de redención” (Jacob 6:8; Alma 12:30) y “el plan de la misericordia” (Alma 42:15).
El plan de salvación es la plenitud del Evangelio e incluye la Creación, la Caída, la expiación de Jesucristo y todas las leyes, ordenanzas y doctrinas del Evangelio. El albedrío moral, la capacidad de decidir y de actuar por nuestra cuenta, también es esencial para el plan de nuestro Padre Celestial. Debido a ese plan, podemos ser perfeccionados mediante la Expiación, recibir una plenitud de gozo y vivir para siempre en la presencia de Dios. Nuestras relaciones familiares pueden perdurar a través de las eternidades.
Tú eres participante en el plan de nuestro Padre Celestial y tu experiencia eterna puede dividirse en tres partes principales: la vida preterrenal, la vida terrenal y la vida después de la muerte. Cuando llegas a comprender el plan, encuentras respuestas a p reguntas que se hace mucha gente: ¿De dónde vinimos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Adónde vamos después de esta vida?
Vida preterrenal
Antes de nacer en la tierra, vivías en la presencia de nuestro Padre Celestial como uno de Sus hijos espirituales. En esa existencia preterrenal, participaste en un concilio con los demás hijos espirituales de nuestro Padre Celestial en el que presentó Su gran plan de felicidad (véase Abraham 3:22–26).
En armonía con el plan de felicidad, Jesucristo, el Hijo Primogénito del Padre en el espíritu, en su estado preterrenal, hizo convenio de ser el Salvador (véase Moisés 4:2; Abraham 3:27). A los que siguieron a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo se les permitió venir a la tierra para experimentar la condición de seres mortales y progresar hacia la vida eterna. Lucifer, otro hijo espiritual de Dios, se rebeló contra el plan y “pretendió destruir el albedrío del hombre” (Moisés 4:3). Él llegó a ser Satanás, y él y sus seguidores fueron expulsados del cielo y se les negaron los privilegios de recibir un cuerpo físico y de experimentar la vida terrenal (véase Moisés 4:4; Abraham 3:27–28).
Durante tu vida preterrenal, cultivaste tu identidad y aumentó tu capacidad para todo lo espiritual. Bendecido(a) con el don del albedrío, tomaste decisiones importantes, tales como la de seguir el plan de nuestro Padre Celestial. Esas decisiones afectaron tu vida en ese entonces y también ahora; progresaste en inteligencia y aprendiste a amar la verdad, y te preparaste para venir a la tierra, donde podías seguir progresando.
Vida terrenal
Ahora experimentas la vida terrenal. Tu espíritu y tu cuerpo están unidos, lo que te da oportunidades de progresar y desarrollarte en formas que no eran posibles en la vida preterrenal. Esta parte de tu existencia es un período de aprendizaje en el que puedes demostrar tu fidelidad, decidir venir a Cristo y prepararte para ser digno(a) de la vida eterna. También es una época en la que puedes ayudar a otras personas a encontrar la verdad y obtener un testimonio del plan de salvación.
Vida después de la muerte
Cuando mueras, tu espíritu entrará en el mundo de los espíritus para esperar la resurrección, momento en que se reunirán tu espíritu y tu cuerpo, y serás juzgado(a) y recibirás un reino de gloria. La gloria que heredes dependerá de la profundidad de tu conversión y de tu obediencia a los mandamientos del Señor y dependerá de la manera en que hayas “[recibido] el testimonio de Jesús” (D. y C. 76:51.
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