Wednesday, July 12, 2017

Lección # 24...“…no seáis engañados, sino continuad con firmeza”. Doctrinas y Convenios y la historia de la Iglesia

Estas fueron las  razones que dieron para apostatar ciertos miembros de la Iglesia en sus comienzos.
Medio litro de crema
Un nombre mal escrito
No había asientos disponibles en la dedicación del Templo de Kirtland
Cómo evitar la apostasía individual.

1. Es preciso reconocer los engaños que utiliza Satanás para llevarnos a la apostasía.

Durante los primeros años de la Iglesia, algunos miembros fueron engañados por Satanás y llevados a la apostasía o a rebelarse contra Dios. Unos pocos de ellos se convirtieron en enemigos de la Iglesia y colaboraron en la persecución de los santos en Ohio y Misuri. En la actualidad, en nuestra calidad de miembros de la Iglesia, debemos ser fieles y estar alertas para no dejarnos engañar.
• Lea D. y C. 50:2–3 y 2 Nefi 2:18, 27 ¿Por qué quiere Satanás engañarnos? ¿Cuáles son algunas de las formas en que Satanás trata de engañarnos y llevarnos a la apostasía?
Algunos miembros son engañados por falsos profetas. Ciertas revelaciones falsas engañaron temporariamente a varios santos durante los primeros días de la Iglesia.
En 1830, Hiram Page, uno de los Ocho Testigos del Libro de Mormón, poseía cierta piedra por medio de la cual decía recibir revelaciones sobre el establecimiento de Sión y el orden de la Iglesia. Oliver Cowdery y los Whitmer, entre otros, creían en lo que afirmaba Page. Sin embargo, el profeta José Smith dijo que esas afirmaciones “estaban en total discrepancia con el orden de la casa de Dios, según se encuentra en el Nuevo Testamento así como en nuestras últimas revelaciones” 
El Profeta oró sobre el asunto y recibió una revelación en la que el Señor dejó bien en claro que sólo el Presidente de la Iglesia tiene derecho a recibir revelaciones para toda la Iglesia (D. y C. 28). El Señor dio instrucciones a Oliver Cowdery de ir a hablar con Hiram Page y decirle que las revelaciones que provenían de la piedra eran de Satanás (D. y C. 28:11). Después de oír las instrucciones del Señor, “el hermano Page, así como también todos los miembros de la Iglesia que se encontraban presentes, declararon falsa la piedra y todo lo relacionado con ella”.
El orgullo
Algunos miembros son engañados a causa de su orgullo. El siguiente relato ilustra cómo el orgullo llevó a Thomas B. Marsh, en ese entonces Presidente del Quórum de los Doce, y a su esposa Elizabeth a la apostasía.
Mientras vivían en Far West, Misuri, la hermana Marsh y la hermana Harris acordaron intercambiar leche a fin de poder hacer quesos más grandes de lo regular. Con ese fin, estuvieron de acuerdo en enviarse la leche junto con la crema o gordura de la leche de sus vacas. Sin embargo, la hermana Marsh se guardó medio litro de crema de la leche de cada una de las vacas y mandó a la hermana Harris la leche sin la crema.
Se suscitó una disputa y el asunto fue llevado al obispo, pero cuando éste determinó que la hermana Marsh había violado el acuerdo, ella y su esposo se sintieron tan ofendidos que apelaron al sumo consejo y después a la Primera Presidencia, que confirmaron la decisión original de que la hermana Marsh no había actuado bien.
Thomas B. Marsh declaró que defendería la entereza de su esposa. Poco después se volvió contra la Iglesia y fue a ver a un funcionario del gobierno para declarar que los Santos de los Últimos Días eran enemigos del estado de Misuri.
El presidente Gordon B. Hinckley dijo al respecto: “Qué cosa tan trivial e insignificante: un poco de crema por la cual discutieron dos mujeres; sin embargo, el hecho condujo, o por lo menos resultó un factor determinante, en la cruel y exterminadora orden del gobernador de Misuri de arrojar a los santos de ese estado, más todas las lamentables consecuencias que siguieron. El hombre que tendría que haber solucionado la disputa, pero que en cambio la siguió… perdió su posición en la Iglesia y su testimonio del Evangelio” (“De las cosas pequeñas proceden las grandes”, Liahona, julio de 1984, pág. 36).
Después de 19 años de tinieblas y resentimientos, Thomas B. Marsh emprendió el camino al Valle del Gran Lago Salado y pidió a Brigham Young que lo perdonara y le permitiera ser bautizado nuevamente en la Iglesia. Además, escribió a Heber C. Kimball, Primer Consejero de la Primera Presidencia: “…he comenzado a darme cuenta de mi situación… Sé que he pecado contra el cielo y ante vuestra vista”. Después describió la lección que había aprendido: “El Señor se las puede arreglar muy bien sin mí, y no perdió nada cuando yo me alejé de las filas de la Iglesia, pero en cambio yo, ¡cuánto perdí! Riquezas, grandes riquezas, que ni este mundo ni muchos planetas como éste podrían proporcionar” (citado por el presidente James E. Faust, Liahona, julio de 1996, pág. 6).
En D. y C. 112:2–3, 10; Éter 12:27. Y la revelación registrada en D. y C. 112 es una revelación dada por medio del profeta José Smith a Thomas B. Marsh.)
El criticar los defectos de los líderes
Algunos miembros de la Iglesia son engañados cuando comienzan a criticar los defectos de los líderes de la Iglesia. El siguiente relato demuestra cómo Simonds Ryder fue engañado de esa forma.
Simonds Ryder se convirtió a la Iglesia en 1831. Tiempo después, recibió una carta firmada por el profeta José Smith y Sidney Rigdon en la que se le informaba que la voluntad del Señor, la cual había sido manifestada por medio del Espíritu, era que él predicara el Evangelio. Tanto en la carta que recibió como en la asignación oficial de predicar, su nombre se había escrito Rider en lugar de Ryder. Simonds Ryder “pensó que si el Espíritu por medio del cual él había sido llamado a predicar podía equivocarse al escribir su nombre, podría también haberse equivocado al llamarlo para predicar, o, en otras palabras, había sido llevado a dudar si su llamamiento provenía del Espíritu de Dios, ¡todo debido a un error al escribir su nombre!”. Más tarde, Simonds Ryder apostató de la Iglesia.
El ser ofendidos
Algunos miembros de la Iglesia se sienten ofendidos por lo que hacen otros y permiten que esa ofensa crezca hasta que terminan apostatando. Un ejemplo de eso se ilustra con el siguiente relato.
Cuando se terminó la construcción del Templo de Kirtland, muchos santos se congregaron para la dedicación. Los asientos en el templo se llenaron rápidamente y a muchas personas se les permitió permanecer de pie, pero aún así no hubo lugar para que todos pudiesen entrar en el edificio. El élder Frazier Eaton, que había donado $700 dólares para edificar el templo, llegó después de que éste se hubiera llenado y, por consiguiente, no se le permitió entrar para la dedicación. Al día siguiente la dedicación se repitió para los que no habían podido entrar el primer día, pero eso no conformó a Frazier Eaton, que apostató. 
• Lea D. y C. 64:8–11 y 82:1 ¿A quiénes nos manda perdonar el Señor? ¿Por qué a veces es difícil perdonar? ¿Cuáles son algunas de las consecuencias que acarrea el no perdonar a alguien? ¿Qué podemos hacer para poder perdonar a alguien a quien todavía no hayamos perdonado?
El buscar explicación para la desobediencia
El buscar explicación, dar excusas o defender un comportamiento impropio es buscar la forma de tranquilizar la conciencia por hacer algo que sabemos está mal.
El aceptar las enseñanzas falsas del mundo
• Algunas de las enseñanzas falsas del mundo que pueden engañar a los miembros de la Iglesia son los falsos conceptos de que los mandamientos de Dios son demasiado estrictos, que la inmoralidad es aceptable y que los bienes materiales son más importantes que las cosas espirituales.
El obispo presidente H. David Burton enseñó: “Una de [las] alevosas estrategias [de Satanás] es la de debilitar poco a poco nuestros sentidos en lo que concierne a lo bueno y lo malo. Satanás desea convencernos de que la mentira y el engaño están de moda; nos induce hacia la pornografía, haciéndonos pensar que ésta nos prepara para enfrentar el mundo verdadero. Desea hacernos creer que la inmoralidad es un modo atractivo de vida, y que la obediencia a los mandamientos de nuestro Padre Celestial está pasada de moda. Constantemente nos asedia con propaganda ilusoria presentada de una manera atractiva y cuidadosamente enmascarada” 

2. Podemos permanecer valientes en nuestro testimonio y evitar el engaño.

El Señor nos ha dado muchas bendiciones y mandamientos para ayudarnos a permanecer valientes en nuestro testimonio y evitar el engaño.
Podemos saber sin ninguna duda a quién ha llamado el Señor para dirigir la Iglesia
• Durante los primeros años de la Iglesia, muchas personas afirmaron haber recibido revelaciones para dirigir la Iglesia o corregir al profeta José Smith. ¿Qué reveló el Señor en respuesta a esas afirmaciones? (Véase D. y C. 28:2, 6–7; 43:1–3).  D. y C. 28 es el registro de una revelación que se recibió cuando Hiram Page aseguraba recibir revelaciones para toda la Iglesia y que D. y C. 43 se reveló cuando otras personas hicieron afirmaciones semejantes.
El presidente Joseph F. Smith y sus Consejeros de la Primera Presidencia enseñaron: “El Señor ha nombrado… a un hombre a la vez sobre la tierra para que posea las llaves de la revelación para toda la Iglesia en lo concerniente a sus organizaciones, autoridades, ordenanzas y doctrinas. El espíritu de revelación se confiere a todos los miembros para su propio beneficio y guía con el fin de que cada uno reciba inspiración de acuerdo con la jurisdicción en la cual haya sido llamado a trabajar. Sin embargo, para toda la Iglesia, sólo quien está a su cabeza ha sido llamado para recibir revelaciones que se reconocen como mandamientos y dar fin a toda posible controversia”
(Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph F. Smith, pág. 242).
• ¿Cómo podemos evitar ser engañados por quienes aseguren falsamente haber recibido revelación para la Iglesia?
 D. y C. 43:4–7. Pero de cierto, de cierto os digo, que ningún otro será nombrado a este don sino por medio de él; porque si le fuere quitado, no tendrá poder sino para nombrar a otro en su lugar.

Y esto os será por ley: No recibiréis como revelaciones ni como mandamientos las enseñanzas de ninguno que se presente ante vosotros;
y esto os lo doy para que no seáis engañados, y para que sepáis que no son de mí.
Porque en verdad os digo, que el que es ordenado por mí entrará por la puerta y será ordenado, como os he dicho antes, para enseñar las revelaciones que habéis recibido y que recibiréis por medio de aquel a quien yo he nombrado.
• Lea D. y C. 26:2 y 28:13  ¿Qué es el principio de común acuerdo?
En  D. y C. 20:65; 42:11. Es una práctica por medio de la cual demostramos que estamos dispuestos a sostener a quienes hayan sido llamados a servir en la Iglesia, por lo general alzando la mano derecha.
 Nos protege de ser engañados el principio de común acuerdo ya que nos permite saber a quiénes se han llamado para presidir y administrar la Iglesia, y de esa forma evitar el ser engañados por las afirmaciones de quienes no hayan sido llamados en forma correcta.
Debemos estudiar las Escrituras y las doctrinas de la Iglesia
• Lea D. y C. 1:37 y 33:16. En Doctrina y Convenios, el Señor enseña repetidas veces la importancia de estudiar las Escrituras. Analicemos Por qué el estudio de las Escrituras y de las palabras de los profetas de los últimos días evita que seamos engañados.
  1. a. 
    Podemos discernir mejor la veracidad de un concepto al compararlo con las verdades que aprendemos de las Escrituras y de nuestros líderes actuales.
    El presidente Harold B. Lee enseñó: “Si [alguien] escribe algo o dice algo que va más allá de cualquier cosa que se pueda encontrar en los libros canónicos de la Iglesia, con excepción de que ese alguien sea el profeta, vidente y revelador —fíjense bien en cuál es la única excepción—, digan inmediatamente: ‘Bueno, ésa es la opinión de él’. Y si él dice algo que contradiga lo que se encuentra en los libros canónicos de la Iglesia, sabrán del mismo modo que es falso” 
  2. b. 
    El estudio de las Escrituras fortalece nuestro testimonio y por tanto hace menos probable que nos contentemos demasiado en lo que respecta a nuestra rectitud personal, y al mismo tiempo, hace menos probable que nos dejemos influenciar por doctrinas falsas.
El presidente Lee enseñó: “Si no leemos las Escrituras a diario, nuestro testimonio se debilitará y la profundidad de nuestra espiritualidad no aumentará” 
Debemos comprender que las cosas de Dios siempre nos edificarán
El profeta José Smith explicó que poco después de que los santos se establecieran en Kirtland, “se insinuaron muchos espíritus falsos, se vieron muchas visiones extrañas y se predicaron descabelladas y obstinadas ideas. Bajo la influencia de este espíritu los hombres salían corriendo afuera, y algunos se subían a los troncos de los árboles, y se ponían a gritar y a darse a toda clase de extravagancias… Se hicieron muchas cosas ridículas que tenían por objeto avergonzar a la Iglesia de Dios, causar que fuese retirado el Espíritu de Dios” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 259). Preocupado por esas excesivas manifestaciones espirituales, el Profeta acudió al Señor. La revelación registrada en D. y C. 50 es la respuesta del Señor.
•D. y C. 50:17–24  Las cosas de Dios nos edificarán al esclarecer nuestra mente y al ayudarnos a crecer espiritualmente. Ellas nos harán desear seguir al Salvador y mejorar nuestra vida. Las cosas de Satanás tendrán el efecto contrario.
El presidente Joseph Fielding Smith enseñó: “No hay mayor verdad que la que dice: ‘lo que no edifica no es de Dios’, y lo que no es de Dios es tinieblas. No importa si proviene disfrazada de religión, ética, filosofía o revelación. Ninguna revelación de Dios dejará de edificar” 
Debemos poner en práctica la norma del Señor para protegernos del engaño
El Señor dio la revelación registrada en D. y C. 52 el día después de la conferencia en Kirtland. En esa revelación proporciona la norma por medio de la cual podemos evitar ser engañados.
• Lea D. y C. 52:14–19 . De acuerdo con estos versículos, ¿cuáles son las características de los maestros que son “de Dios”? ¿Por qué puede la norma dada en este pasaje ayudarnos a evitar ser engañados?


El élder Carlos E. Asay, de los Setenta, definió las cosas que podemos hacer para fortalecernos en contra de la apostasía.
“1. Evitad a aquellos que debiliten vuestra fe…
“2. Obedeced los mandamientos…
“3. Seguid a los profetas vivientes…
“4. No contendáis ni discutáis sobre temas doctrinales [véase 3 Nefi 11:29]…
“5. Escudriñad las Escrituras…
“6. No os desviéis de la misión de la Iglesia…
“7. Orad por vuestros enemigos…
“8. Practicad la ‘religión pura’ [véase Santiago 1:27 y Alma 1:30]…
“9. Recordad que puede haber muchas preguntas a las cuales no podamos dar respuesta y que algunas cosas deben aceptarse simplemente por fe” 

Conclusión

Repase los engaños de Satanás que llevan a la apostasía. Repase el consejo que el Señor nos ha dado para protegernos del engaño.A medida que sigamos ese consejo, el Espíritu del Señor nos mantendrá en el camino de la verdad. 



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