Wednesday, May 24, 2017

Lección # 11 “…el campo blanco está ya para la siega”,, Doctrinas y Convenios y la Historia de la Iglesia

Actividad para despertar el interés

Escriba Samuel Smith Phinehas Young y John Greene ___________. Una vez que el Evangelio se restauró, la Iglesia comenzó una gran campaña misional con el fin de dar a conocer estas buenas nuevas por todo el mundo. Muchos conversos nuevos respondieron con fervor a esos llamamientos misionales. Uno de esos conversos fue Samuel, hermano de José Smith.
En abril de 1830, Samuel Smith comenzó a viajar por los pueblos vecinos de Nueva York para predicar el Evangelio y dar a conocer a la gente el Libro de Mormón. Él tuvo poco éxito, pero aun así logró venderle un ejemplar a un hombre llamado Phinehas Young. En junio de 1830, el profeta José apartó a Samuel para un viaje misional al este de los Estados Unidos. El primer día caminó unos 38 kilómetros y se detuvo en muchas casas, pero las personas lo trataron con poca amabilidad y no quisieron escucharle. Al día siguiente, le dejó un ejemplar del Libro de Mormón a John P. Green, un ministro metodista. La esposa de John Green, Rhoda, era la hermana de Phinehas Young.
Al enfrentarse al rechazo de casi todas las personas con las cuales hablaba, Samuel pensó que su misión no había tenido mucho éxito. Sin embargo, los libros que entregó a Phinehas Young y a John P. Greene tuvieron como resultado la conversión de esas personas y de muchas otras. Por ejemplo, Phinehas Young y Rhoda Greene tenían un hermano llamado Brigham Young, el cual se convirtió más adelante y después llegó a ser el segundo Presidente de la Iglesia. Un amigo de Brigham Young, de nombre Heber C. Kimball, también se unió a la Iglesia y más tarde prestó servicio en la Primera Presidencia. Tanto Brigham Young como Heber C. Kimball desempeñaron un papel decisivo en la conversión de miles de personas, tanto en Estados Unidos como en Inglaterra.
Si tuvieran que llenar el espacio en blanco, que dejó , con los nombres de todas las personas que fueron influenciadas gracias a la obra misional de Samuel Smith, tendrían que escribir millones de nombres. Entre los que recibieron una influencia directa de esa obra se encuentran algunos de los grandes líderes de la Iglesia. Muchas de las personas a quienes usted enseña, si no todas ellas, han sido de alguna forma el producto de ese servicio. 
En esta lección se analizan algunas de las revelaciones clave que el Señor dio con respecto al servicio en Su reino, especialmente en lo que se refiere a dar a conocer el Evangelio. Al igual que los esfuerzos misionales de Samuel Smith han bendecido a muchas generaciones de miembros de la Iglesia, cuando compartimos el Evangelio existe el potencial de bendecir a muchas personas ahora y a cientos e incluso a miles en el futuro.
En febrero de 1829, los padres de José Smith visitaron a José y a Emma en Harmony, Pensilvania. Durante esa época, el Profeta preguntó al Señor acerca de su padre y recibió la revelación que se registra en D. y C. 4, dirigida a Joseph Smith, padre.
Además de esa revelación que recibió para su padre, el Profeta recibió revelaciones para muchas otras personas que le pidieron que preguntara al Señor para saber cuál era Su voluntad con respecto a ellas. Algunas de esas revelaciones se registran en D. y C. 11, 12, 14, 15 y 16. A pesar de que esas revelaciones fueron dadas para ciertas personas en particular, los principios que encierran nos conciernen a todos los que prestamos servicio en el reino del Señor (D. y C. 11:27).

1. “…mirad que le sirváis con todo vuestro corazón, alma, mente y fuerza”.

• Lea D. y C. 4:1–2  De acuerdo con el versículo 2, ¿qué requisitos impone el Señor para todos los que prestan servicio en Su reino? ¿Qué significa servirle con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza? (Eso indica una total dedicación al servicio del Señor.)
• ¿Por qué es tan importante que dediquemos toda nuestra alma a Su servicio? ¿Por qué en ocasiones no nos dedicamos plenamente al servicio del Señor? ¿Qué podemos hacer para cumplir mejor con nuestro cometido de servir al Señor con total devoción?
El padre de José Smith dedicó su vida al servicio del Señor, tal como se le encomendó en la revelación registrada en D. y C. 4. El siguiente relato, demuestra cuán profundo fue su cometido de compartir el Evangelio:
“Joseph Smith, padre, poseía un gran testimonio de la verdad y siempre tenía deseos de compartir el Evangelio con los demás. Tenía casi sesenta años cuando realizó el fatigoso viaje… para llevar el Evangelio a sus padres, a sus hermanas y hermanos. Poco después de su regreso [a casa], fue llevado a la cárcel por una pequeña deuda de sólo catorce dólares, porque no quiso negar la divinidad del Libro de Mormón, lo cual era el requisito que se le pedía para saldar la deuda. Fue puesto en una celda junto a un condenado por asesinato y dejado allí sin comida durante cuatro días. Más tarde, fue trasladado al sitio donde trabajaban los presos y allí predicó el Evangelio y convirtió a dos personas, las que más adelante él bautizó. Estuvo en la cárcel un mes entero antes de que su familia pudiese obtener su libertad” (E. Cecil McGavin, The Family of Joseph Smith, 1963, pág. 68; véase también Lucy Mack Smith, History of Joseph Smith, editado por Preston Nibley, 1958, págs.172–173, 179–186).
• ¿Qué podemos hacer para demostrar la misma dedicación de dar a conocer el Evangelio que tuvo Joseph Smith, padre? ¿Qué experiencias han tenido al compartir el Evangelio con sus familiares y vecinos?, ¿con los compañeros de escuela o de trabajo?, ¿con la gente que han conocido al viajar?, ¿en otras circunstancias?

2. Prepararse para servir al Señor.

En todo el libro de Doctrina y Convenios, el Señor nos aconseja cómo debemos prepararnos para servirle. Esa preparación debe ser un esfuerzo continuo a lo largo de toda nuestra vida.
• ¿Cuáles son algunos de los atributos que el Señor desea que posean quienes le prestan servicio? (Véanse los pasajes de las Escrituras que figuran a continuación. 
  1. a. 
    D. y C. 4:3; 11:8. ¿Por qué es el deseo un atributo importante para servir al Señor? ¿Qué podemos hacer para incrementar nuestro deseo de servirle?
  2. b. 
    D. y C. 4:5–6; 12:8; 18:19. ¿Qué atributos se nombran con más frecuencia en estos versículos?
  3. c. 
    D. y C. 11:6, 20. ¿Por qué es importante la obediencia para servir al Señor?
  4. d. 
    D. y C. 4:7; 31:12. ¿Cómo les ha ayudado la oración a prestar servicio al Señor?
• Lea D. y C. 11:21 , ¿qué aprendemos acerca de prepararnos para prestar servicio al Señor? ¿En qué forma las experiencias que han tenido les han demostrado cuán acertado es ese consejo?

3. “…el campo blanco está”.

A lo largo de Doctrina y Convenios, el Señor transmite la urgencia que hay de dar a conocer el Evangelio. Eso se debe a que el propósito de la obra misional es “la salvación de almas” (D. y C. 100:4).
• Lea D. y C. 4:4; 11:3 y 33:3  ¿Qué quiso dar a entender el Señor cuando comparó la obra misional con un campo que está listo para la siega? (muchas personas ya están preparadas para recibir el Evangelio.)
• El Señor amonestó a los élderes a no desperdiciar el tiempo ni ser ociosos y dijo que ellos debían salir y no demorarse (D. y C. 60:13; 75:3). ¿Cómo se aplica esta amonestación a nosotros? ¿Por qué algunos de nosotros posponemos el dar a conocer el Evangelio?
El élder Henry B. Eyring, del Quórum de los Doce, relató la experiencia siguiente:
“Es muy fácil decir: ‘El momento no es oportuno’. Pero existe el peligro de la postergación. Hace años trabajé con un hombre en California que me empleó, fue bondadoso conmigo y parecía respetarme mucho. Quizás yo era el único Santo de los Últimos Días que él jamás había conocido bien. No sé cuáles fueron todas las razones por las que esperé un momento más oportuno para hablarle acerca del Evangelio. Sólo recuerdo los sentimientos de pesar que experimenté cuando, después de haberse jubilado y mudado a otro lugar, me enteré de que él y su esposa habían muerto en un accidente de automóvil una noche en que se dirigían a su hogar en Carmel, California. Él amaba a su esposa y a sus hijos; había amado a sus padres; amaba a sus nietos, y amará a los hijos de éstos y querrá vivir con ellos para siempre.
“Ahora bien, no sé cómo se relacionarán las multitudes en la vida venidera, pero supongo que lo encontraré, que me mirará a los ojos y que percibiré en los de él la pregunta: ‘Tú lo sabías? ¿Por qué no me lo dijiste?’ ” (“Una voz de amonestación”, Liahona, enero de 1999, pág. 38).

4. “Abrid vuestra boca y será llena”.

En Doctrina y Convenios, el Señor da instrucciones acerca de qué debemos enseñar y cómo debemos hacerlo al dar a conocer el Evangelio. Nos insta además a compartir el Evangelio sin miedo y nos promete ayudarnos cuando nos sintamos incompetentes.
• Lea los versículos siguientes: D. y C. 11:9; 15:6; 18:6; 31:3–4; 33:10–11; 42:12 y 52:8–9. ¿Qué nos revelan esos versículos acerca de qué deben enseñar los siervos del Señor? ¿Por qué es tan importante el mensaje del arrepentimiento? (Véase D. y C. 18:10–14.)
• Lea D. y C. 18:20–21; 38:41; 42:6; 42:14; 75:4 y 100:7–8. ¿Qué revelan estos versículos sobre cómo deben enseñar los siervos del Señor? ¿Por qué es importante evitar la contención en la enseñanza del Evangelio? ¿Qué quiere decir “alzando vuestras voces como si fuera con el son de trompeta”? (D. y C. 42:6; 75:4). ¿De qué modo podemos ser valientes pero al mismo tiempo mansos al enseñar el Evangelio? (Véase Alma 38:10–12.)
• El Señor exhortó reiteradamente a los élderes a abrir la boca para declarar Su Evangelio, “no temiendo lo que pueda hacer el hombre” (D. y C. 30:11; véase también D. y C. 30:5; 33:8–11). El Señor dijo que Él no se siente complacido con quienes “no quieren abrir su boca… a causa del temor de los hombres” (D. y C. 60:2). ¿Cómo se aplica este principio a nosotros? ¿Qué podemos hacer para vencer el temor de compartir el Evangelio? (Véase D. y C. 19:38; 33:12–14; 75:9–13.)
• Algunos de nosotros dudamos antes de compartir el Evangelio porque no confiamos en nuestra capacidad para expresarnos o para enseñar. ¿Qué podemos hacer para vencer esa aprensión? (Véase D. y C. 11:21; 14:8; 31:3.)
• Sobre el relato de la primera misión de Samuel Smith, que se resume en la actividad para despertar el interés. ¿Por qué se sentiría como un fracasado Samuel Smith después de haber terminado su primera misión? ¿Por qué sabemos que tuvo éxito como misionero? ¿Qué podemos aprender de su experiencia que nos ayude en nuestros esfuerzos misionales?

5. El Señor promete grandes bendiciones a quienes le presten servicio.

  1. a. 
    D. y C. 4:4; 11:3; 75:5.
  2. b. 
    D. y C. 18:15–16.
  3. c. 
    D. y C. 31:5; 84:60–61.
  4. d. 
    D. y C. 31:7; 109:55–57
  5. e. 
    D. y C. 31:11; 84:85; 100:5–6. 
  6. f. 
    D. y C. 31:13; 75:9–13; 84:88. 
  7. g. 
    D. y C. 71:9–10.El Señor hizo esta promesa en una época en que la Iglesia se encontraba bajo el ataque de un implacable apóstata. ¿Cómo puede ayudarnos esa promesa en la actualidad?
  8. h. 
    D. y C. 84:80. Cómo el Señor los ha apoyado mental, física y espiritualmente mientras daban a conocer el Evangelio?
  9. i. 
    D. y C. 100:7–8.

Conclusión

El Señor les bendecirá a medida que compartan el Evangelio con otras personas.


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