Friday, December 19, 2014

"Jesucristo, nuestro Líder escogido y nuestro Salvador"....Capitulo #3 de Principios del Evangelio

Se necesitaba un Líder y un Salvador

Cuando se nos presentó el plan de salvación en el mundo espiritual preterrenal, nos sentimos tan felices que nos regocijamos (Job 38:7).
Comprendimos que tendríamos que dejar nuestro hogar celestial durante algún tiempo, es decir, que no viviríamos en la presencia de nuestro Padre Celestial. En la época que pasaríamos alejados de Él, todos cometeríamos pecados y algunos nos perderíamos. Nuestro Padre Celestial conocía y amaba a cada uno de nosotros, y sabía que necesitaríamos ayuda, por lo que planeó la manera de ayudarnos.
Necesitábamos un Salvador que pagara por nuestros pecados y que nos enseñase la forma de regresar a nuestro Padre Celestial. El Padre dijo: “…¿A quién enviaré?…” (Abraham 3:27). Jesucristo, que entonces se llamaba Jehová, dijo: “…Heme aquí; envíame…” (Abraham 3:27; también Moisés 4:1–4).
Jesús estuvo dispuesto a venir a la tierra, a dar Su vida por nosotros y a tomar sobre Sí nuestros pecados. Él, al igual que nuestro Padre Celestial, deseaba que decidiéramos si obedeceríamos los mandamientos de nuestro Padre Celestial. Sabía que debíamos ser libres para elegir a fin de que nos probáramos a nosotros mismos que éramos dignos de obtener la exaltación. Jesús dijo: “…Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre” (Moisés 4:2).

Satanás, que se llamaba Lucifer, también dijo: “…Heme aquí, envíame a mí. Seré tu hijo y redimiré a todo el género humano, de modo que no se perderá ni una sola alma, y de seguro lo haré; dame, pues, tu honra” (Moisés 4:1). Satanás quería forzarnos a hacer su voluntad. De acuerdo con su plan, no se nos permitiría elegir y él nos quitaría la libertad de escoger que nos había concedido nuestro Padre. Satanás quería recibir todo el honor ante nuestra salvación; bajo su propuesta, se hubiera frustrado nuestro propósito de venir a la tierra.
Después de escuchar a Sus dos hijos, nuestro Padre Celestial dijo: “…Enviaré al primero” (Abraham 3:27).
Jesucristo fue escogido y preordenado para ser nuestro Salvador; muchos pasajes de las Escrituras hablan acerca de ello (véase, por ejemplo,1 Pedro 1:19–20Moisés 4:1–2). Uno de esos pasajes nos dice que, muchos años antes de Su nacimiento, Jesús se le apareció al hermano de Jared, un profeta del Libro de Mormón, y le dijo: “He aquí, yo soy el que fue preparado desde la fundación del mundo para redimir a mi pueblo. He aquí, soy Jesucristo… En mí todo el género humano tendrá vida, y la tendrá eternamente, sí, aun cuantos crean en mi nombre…” (Éter 3:14).
Cuando Cristo vivió en la tierra, enseñó: “…he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió… Y ésta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:38, 40).
Debido a que nuestro Padre Celestial escogió a Jesucristo para que fuera nuestro Salvador, Satanás se llenó de ira y se rebeló, y hubo guerra en los cielos. Satanás y sus seguidores lucharon contra Jesucristo y los seguidores del Salvador; éstos últimos vencieron a Satanás “por medio de la sangre del Cordero y de la palabra de su testimonio” (Apocalipsis 12:11).
En esa gran rebelión, Satanás y todos los espíritus que le habían seguido fueron echados de la presencia de Dios y se los expulsó del cielo. Una tercera parte de las huestes celestiales fueron castigadas por seguir a Satanás (D. y C. 29:36) y se les negó el derecho de recibir cuerpos mortales.
Debido a que estamos aquí en la tierra y tenemos un cuerpo mortal, sabemos que escogimos seguir a Jesucristo y a nuestro Padre Celestial. Satanás y sus seguidores también están en la tierra, pero como espíritus, y no han olvidado quiénes somos; ellos están diariamente a nuestro alrededor tentándonos e incitándonos a hacer aquellas cosas que no le agradan a nuestro Padre Celestial. En nuestra vida preterrenal, escogimos seguir a Jesucristo y aceptar el plan de Dios. Debemos continuar siguiendo a Jesucristo aquí en la tierra; sólo siguiéndole a Él podremos regresar a nuestro hogar celestial y esa guerra continua aún en los cielos.

Tenemos las enseñanzas del Salvador para guiarnos

Desde el principio, Jesucristo reveló el Evangelio, el cual nos enseña qué debemos hacer para regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial. En el tiempo señalado, Jesucristo mismo vino a la tierra y nos enseñó el plan de salvación y exaltación por medio de Su palabra y Su manera de vivir. Estableció Su Iglesia y Su sacerdocio en la tierra y tomó sobre Sí nuestros pecados.
Al seguir Sus enseñanzas, podemos heredar un lugar en el reino celestial. Él llevó a cabo la parte que le correspondía a fin de ayudarnos a regresar a nuestro hogar celestial, y ahora depende de cada uno de nosotros hacer nuestra parte y llegar a ser dignos de la exaltación.

Analicemos algunas escrituras:


  •    
  •   Y yo , Dios el Señor, le hablé a Moisés, diciendo: Ese Satanás, a quien tú has mandado en el nombre de mi Unigénito, es el mismo que existió desde el principio; y vino ante mí, diciendo: Heme aquí, envíame a mí. Seré tu hijo y redimiré a todo el género humano, de modo que no se perderá ni una sola alma, y de seguro lo haré; dame, pues, tu honra.

  •   Pero, he aquí, mi Hijo Amado, que fue mi Amado y mi Escogido desde el principio, me dijo: Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre.
      Pues, por motivo de que Satanás se rebeló contra mí, y pretendió destruir el albedrío del hombre que yo, Dios el Señor, le había dado, y que también le diera mi propio poder, hice que fuese echado abajo por el poder de mi Unigénito;
      y llegó a ser Satanás, sí, el diablo, el padre de todas lasmentiras, para engañar y cegar a los hombres y llevarlos cautivos según la voluntad de él, sí, a cuantos no quieran escuchar mi voz.
  •  Abraham 3:22–28 

     
    22  Y el Señor me había mostrado a mí, Abraham, las inteligencias que fueron organizadas antes que existiera el mundo; y entre todas éstas había muchas de las nobles y grandes;

  •  23  y vio Dios que estas almas eran buenas, y estaba en medio de ellas, y dijo: A éstos haré mis gobernantes; pues estaba entre aquellos que eran espíritus, y vio que eran buenos; y me dijo: Abraham, tú eres uno de ellos; fuiste escogido antes de nacer.
     24  Y estaba entre ellos uno que era semejante a Dios, y dijo a los que se hallaban con él: Descenderemos, pues hay espacio allá, y tomaremos de estos materiales y haremos una tierra sobre la cual éstos puedan morar;
     25  y con esto los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare;
     26  y a los que guarden su primer estado les será añadido; y aquellos que no guarden su primer estado no tendrán gloria en el mismo reino con los que guarden su primer estado; y a quienes guarden su segundo estado, les será aumentada gloria sobre su cabeza para siempre jamás.
     27  Y el Señor dijo: ¿A quién enviaré? Y respondió uno semejante al Hijo del Hombre: Heme aquí; envíame. Y otro contestó, y dijo: Heme aquí; envíame a mí. Y el Señor dijo: Enviaré al primero.

     28  Y el segundo se llenó de ira, y no guardó su primer estado; ymuchos lo siguieron ese día.            (el Salvador fue escogido en la vida preterrenal).
  • D. y C. 76:25–29   

     
    25  Y esto también vimos, de lo cual damos testimonio, que unángel de Dios que tenía autoridad delante de Dios, el cual se rebeló en contra del Hijo Unigénito, a quien el Padre amaba y el cual estaba en el seno del Padre, fue arrojado de la presencia de Dios y del Hijo,
  •  26  y fue llamado Perdición, porque los cielos lloraron por él; y era Lucifer, un hijo de la mañana.
     27  Y vimos; y he aquí, ¡ha caído, un hijo de la mañana ha caído!
     28  Y mientras nos hallábamos aún en el Espíritu, el Señor nos mandó que escribiésemos la visión; porque vimos a Satanás, la serpiente antigua, sí, el diablo, que se rebeló contra Dios y procuró usurpar el reino de nuestro Dios y su Cristo;

     29  por tanto, les hace la guerra a los santos de Dios, y los rodea por todos lados.    (guerra en los cielos).
  • Apocalipsis 12:7–9, 11 

     
    Y hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles,

  •  pero no prevalecieron, ni fue hallado más su lugar en el cielo.
     Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, quien engaña a todo el mundo; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
     11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra de su testimonio, y no amaron sus vidas, ni aun hasta sufrir la muerte.      (los seguidores del Salvador en la guerra de los cielos vencieron a Satanás por medio de la sangre del Cordero y de la palabra de su testimonio).

  • Isaías 14:12–15 

     12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la mañana! Derribado fuiste a tierra, tú que debilitabas a las naciones.

  •  13 Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo. Levantaré mi trono por encima de las estrellas de Dios y me sentaré sobre el monte de la congregación, hacia los lados del norte;
     14 sobre las alturas de las nubes subiré; seré semejante al Altísimo.

     15 Pero tú has sido derribado hasta el Seol, a los lados del abismo.      (por qué Lucifer fue expulsado).

Porque Satanás nos conoce trata de desviar nuestra atención a las cosas que son verdaderas y que son importantes para nuestro progreso personal y asi mismo desviar nuestra meta principal que es regrasar al lado de Nuestro Padre Celestial, por eso pensad a quién servid Hoy....

Escoeg hoy ha quién servir..


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